Historia de la Villa y Corte de Madrid . vez más horrorosa; los sanos se ali-mentaban de las más inmundas alimañas; los demás sucumbían al rigor de los enemi-gos, y al de otro más terrible, que era la peste. Diez mil personas habían fallecidodentro déla ciudad, y muchos de sus cadáveres yacían insepultos y corrompíanla at-mósfera. Álvarez mismo, el único que se mostraba entero en medio de tantas ruinas,é impávido á la vista de tan tremenda desolación, cayó al fin postrado por la fiebre, yfué menester administrarle la Extremaunción. Creyéndole ya difunto, diéronse á par-tido los gerundeses, y e


Historia de la Villa y Corte de Madrid . vez más horrorosa; los sanos se ali-mentaban de las más inmundas alimañas; los demás sucumbían al rigor de los enemi-gos, y al de otro más terrible, que era la peste. Diez mil personas habían fallecidodentro déla ciudad, y muchos de sus cadáveres yacían insepultos y corrompíanla at-mósfera. Álvarez mismo, el único que se mostraba entero en medio de tantas ruinas,é impávido á la vista de tan tremenda desolación, cayó al fin postrado por la fiebre, yfué menester administrarle la Extremaunción. Creyéndole ya difunto, diéronse á par-tido los gerundeses, y el día 10 de diciembre firmaron la capitulación. Entraron porfin los franceses en la ciudad; conquistaron aquel montón de escombros á costa deveinte mil hombres que sucumbieron en el asedio: recobrado de su dolencia el inmor-tal caudillo, cuyo nombre ilustrará siempre á España como hoy ilustra á su descen-dencia, fué conducido á Francia en calidad de prisionero, y trasladado después al cas- ti g 1-5 es. SEGUNDA PAUTE, CAP. XI. 393 tillo de Figueras, murió violentamente, seg-un se cree, á manos de aquellos mismosenemigos que no hablan podido vencerle, y que se vengaron así de la mengua de suvictoria. Desde aquel dia Gerona constituye uno de los más gloriosos timbres de nues-tra patria; ni pueblo ni época alguna ofrecen en sus anales ejemplo más sublime deheroísmo á la admiración de la posteridad. Por la frontera de Portugal se hablan realizado entretanto algunas operaciones deimportancia. Temia el rey José que unidas las fuerzas españolas y las inglesas, estasúltimas dirigidas por Sir Arturo Wellesley, combinasen sus movimientos de manera,que llegasen á estrecharle en la capital. Dispuso pues que todas las divisiones encar-gadas de contrarestar á los ejércitos aliados se concentrasen en la provincia de Tole-do, y él mismo salió de Madrid con la guardia real y la reserva, camino de aquellaciudad. Por desgracia no acertó el gener


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