. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. denoche por los caminos más solitarios y extraviados de losbosques. Mi resistencia era mucha y aún la aumentaba ISABEL LA CATÓLICA 2U mi amor; pero una noche las fuerzas faltáronme y rendi-da cai al pié de un árbol. «Duerme», me dijo él; «yo vela-ré tu sueño». Confiada en sus palabras, me dormí tran-quila recostada en sus brazos. Un dolor agudo en el pechointerrumpió mi sueño. Lancé un grito, abrí los ojos y levi á él ante mí, esgrimiendo su daga ensangrentada. Misojos le pidieron piedad y él repit
. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. denoche por los caminos más solitarios y extraviados de losbosques. Mi resistencia era mucha y aún la aumentaba ISABEL LA CATÓLICA 2U mi amor; pero una noche las fuerzas faltáronme y rendi-da cai al pié de un árbol. «Duerme», me dijo él; «yo vela-ré tu sueño». Confiada en sus palabras, me dormí tran-quila recostada en sus brazos. Un dolor agudo en el pechointerrumpió mi sueño. Lancé un grito, abrí los ojos y levi á él ante mí, esgrimiendo su daga ensangrentada. Misojos le pidieron piedad y él repitió el golpe y huyó luegocobarde dejándome por muerta.,. Paredes no pudo contenerse por más tiempo. Desenvainando su espada, se arrojó sobre Vargas, di-ciéndole indignado: —¡Infame! ¡Vas á recibir de mi mano el castigo de tucrimen! El ni se movió siquiera. Zulima contuvo á D. Tomás diciéndole: —Aplacad vuestra cólera ó aplazadla, al menos. Nosabéis aún más que una parte de las maldades de esehombre; las que á mí se refieren. Seguid escuchá 3o CAPÍTULO XL Asesino y conspirador
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