. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPITULO XLIV Remordimientos. partir de los sucesos que hemos narrado operóse en el conde de Arjona un cambio que sorprendió a cuantos le rodeaban, sin que acertasen a comprender su causa. Ei noble anciano, fuerte hasta entonces como si la juventud se hubiese eternizado en él, comenzó a decaer visiblemente de un modo alarmante. Estaba siempre triste y pensativo y buscaba la soledadcomo si tuviera necesidad de entregarse a dolorosos re-flexiones. La misma doña Isabel que le tenía en gran estima, nop


. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPITULO XLIV Remordimientos. partir de los sucesos que hemos narrado operóse en el conde de Arjona un cambio que sorprendió a cuantos le rodeaban, sin que acertasen a comprender su causa. Ei noble anciano, fuerte hasta entonces como si la juventud se hubiese eternizado en él, comenzó a decaer visiblemente de un modo alarmante. Estaba siempre triste y pensativo y buscaba la soledadcomo si tuviera necesidad de entregarse a dolorosos re-flexiones. La misma doña Isabel que le tenía en gran estima, nopudo menos de darse cuenta de ello, y un día le pregun-tó cariñosamente: —¿Qué tenéis, conde? ¿Por qué vos siempre tan ani-moso os sentís desfallecido, hasta el punto de mirar conindiferencia mis negocios, que antes os preocupaban másque los vuestros propios? Diriase que un pesar oculto osatormenta, y si es así y me consideráis digna de merecer 710 A. CONTRERAS mi confianza, quiero conocer vuestras penas para conso-larlas, que ios que fieles me han servido demostrándomesu afecto, son para mi hermanos,


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