. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. atisfecho.—Los tengo bien gjuardados. Y púsose á hacer cálculos y números sobre las ganan-cías que podría reportarle la gratificación ofrecida por suhuésped, si era tan cuantiosa como él pensaba. ISABEL LA CATÓLICA 329 Mientras tanto Raquel y D. Rodrigo reanudaban susamorosos coloquios de otros tiempos. Calmados los recelos de la judia, con las razones delcaballero, entregábase confiada á su pasión, diciendo de-lirante: —¡Te amo! ¡Te hubiese seguido amando, aunque trai-dor hubieras sido, y al conve
. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. atisfecho.—Los tengo bien gjuardados. Y púsose á hacer cálculos y números sobre las ganan-cías que podría reportarle la gratificación ofrecida por suhuésped, si era tan cuantiosa como él pensaba. ISABEL LA CATÓLICA 329 Mientras tanto Raquel y D. Rodrigo reanudaban susamorosos coloquios de otros tiempos. Calmados los recelos de la judia, con las razones delcaballero, entregábase confiada á su pasión, diciendo de-lirante: —¡Te amo! ¡Te hubiese seguido amando, aunque trai-dor hubieras sido, y al convencerme de tu inocencia, enadoración se torna mi afecto! El sonreía y callaba. —Olvidémonos de todo,—proseguía ella,—de cuantosobstáculos se oponen á nuestro cariño, y no pensemos enotra cosa que en nuestra Mientras David aseguraba las cerraduras de sus arcas,otro tesoro más preciado que el dinero, la honra, corríagrave peligro de serle arrebatado. Tal vez á ella refirióse Ismael en sus profecías, y él,cegado por la codicia, no supo 42 ^J^ ^J^^J^^Á% ^^ ^J^ ^^ ^J^ -^V^ ^Jf ^J^ rTTTTTTTTTTTTTTTT^TTTT t T T CAPITULO XLVII Los dos hermanos
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