América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . ³ luego las nudo-sas garras que nos hablan retenido un mo-mento, y arrastrando en pos nuestro por el ^Kf i>Kt¿7 â-â Campamento de zaparros en un arenal del Ãapo agua la techumbre de nuestra choza, avanzamos á merced de las olas más de media dos remeros de proa se hablan echado á tiempo al agua; de lo contrario habrÃ-an pe-recido estrujados entre las ramas y la balsa. Por otra parte, al caer la choza habla precipitadoen el rio á uno de los timoneles, y los tres náufragos, aferrad


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . ³ luego las nudo-sas garras que nos hablan retenido un mo-mento, y arrastrando en pos nuestro por el ^Kf i>Kt¿7 â-â Campamento de zaparros en un arenal del Ãapo agua la techumbre de nuestra choza, avanzamos á merced de las olas más de media dos remeros de proa se hablan echado á tiempo al agua; de lo contrario habrÃ-an pe-recido estrujados entre las ramas y la balsa. Por otra parte, al caer la choza habla precipitadoen el rio á uno de los timoneles, y los tres náufragos, aferrados desesperadamente al malha-dado árbol causa del percance, contemplaban cómo huÃ-amos rio abajo. Por fortuna este se en-sanchó y la corriente no fué ya tan impetuosa. Geoffroy maniobró diestramente, y nos hizofondear junto á un banco de arena. Al punto envié gente en auxilio de los indios que aguarda-ban en el árbol. Cuando regresaron, hice descargar la balsa, desmontar la choza arruinada,reemplazar todas la piezas rotas, y después de nueve horas de trabajo, al ¡zar de nuevo la. 58 AMÃRICA PINTORESCA bandera en el mástil, pude aplicar á mi embarcación la antigua divisa parisiense: Fluctuat nec K mergitur. A la mañana siguiente pudimos ponernos de nuevo en marcha, aunque algo tarde, y á lasdos horas de navegación pasamos por delante de Sinchi-Chicta. En la orilla izquierda habiaunas cuantas chozas habitadas por una familia de zaparros, á quienes nuestros indios tienenpor amigos. En la tarde del mismo dia, los hombres de proa gritan: «¡Auco, Auco!» Con este nombredesignan á los salvajes «infieles», es decir, á los indÃ-genas no bautizados. Cogimos las esco-petas y nos dirigimos en la canoa grande hacia el banco de arena del que salia una espesahumareda en medio de un campamento. Cada abrigo se componÃ-a de algunas hojas de palme-ra secadas por el sol; estas hojas estaban hincadas en el


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