América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . pa uecesita la raquítica yerba de una hectárea por cabeza. Las diferentes propiedades están separadas por estacadas ó por barrancos natu-rales. El Tablón es una granja nueva y sólo tiene una casita medianamente acondicionada. A partir de este punto, el terreno va elevándose rápidamente hacia el puerto de vegetación arbórea se achaparra más y más hasta que desaparece del todo. El frió aumenta;el cielo lanza sobre el viajero gotas de tamaño , nieve y granizo. Rachas devient


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . pa uecesita la raquítica yerba de una hectárea por cabeza. Las diferentes propiedades están separadas por estacadas ó por barrancos natu-rales. El Tablón es una granja nueva y sólo tiene una casita medianamente acondicionada. A partir de este punto, el terreno va elevándose rápidamente hacia el puerto de vegetación arbórea se achaparra más y más hasta que desaparece del todo. El frió aumenta;el cielo lanza sobre el viajero gotas de tamaño , nieve y granizo. Rachas deviento capaces de derribar á un hombre ahogan la voz é impiden momentáneamente que fun-cionen los pulmones. De vez en cuando, las corrientes atmosféricas desgarran las nubes, yentonces radia al través de sus jirones negros un sol que quema el rostro, pero sin calentar lamédula congelada de los huesos. Yo estaba casi tullido; respirando mal y balbuceando en \ez de hablar: la vista se me en-turbiaba por momentos. Mi barómetro habia bajado de un modo extraordinario: estábamos á. DE QUITO A ARCHIDONA 25 más de cuatro mil metros de altitud. A la derecha del camino, habia unos cuantos cráneos decaballos y muías que habían muerto de cansancio, blanqueados por la intemperie y que pare-cían mirar al transeúnte con sus órbitas negras; el suelo estaba sembrado de costillas, tibias yfémures, y en medio de aquellas osamentas descollaba una cruz hecha con dos ramas. Parecióme que todo aquel pueblo melancólico de la Sierra padecía con aquella pobre cruzplantada en el más gigantesco Gólgotha. El viento penetraba bajo nuestros ponchos que se levantaban azotándonos el rostro. Losde la cadenilla decamétrica abrasaban las manos de mis hombres.


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