La Mujer . el luto de la casa(le Saboya. Los po-deres públicos, elejército, el cuerpo di-plomáticó, el alto , la prensa,las clases humildes,toda la sociedad deBuenos Aires, acudióá la fúnebre invita-ción. Por todas partes,flotaban en aquellamañana las banderasitalianas y argenti-nas, como abatidaspor un mismo dolor. La Catedral fuéadornada de una ma-nera admirable. Enlos estrados del fron-tis, ardian diez pe-beteros. Las colum-nas enlutadas hastala mitad, estabanguarnecidas de fran-jas |)lateadas. ; de hiedra sgenroscaban has]a el triángulo de los bajo relie-ves. Dentro,


La Mujer . el luto de la casa(le Saboya. Los po-deres públicos, elejército, el cuerpo di-plomáticó, el alto , la prensa,las clases humildes,toda la sociedad deBuenos Aires, acudióá la fúnebre invita-ción. Por todas partes,flotaban en aquellamañana las banderasitalianas y argenti-nas, como abatidaspor un mismo dolor. La Catedral fuéadornada de una ma-nera admirable. Enlos estrados del fron-tis, ardian diez pe-beteros. Las colum-nas enlutadas hastala mitad, estabanguarnecidas de fran-jas |)lateadas. ; de hiedra sgenroscaban has]a el triángulo de los bajo relie-ves. Dentro, millares de luces de ceramezcla-ban su trémula llama amarilla al rayo blanco(le la luz eléctrica, que reforzada af empezarla ceremonia irradiaba por todo el ámbito de-jando ver su noble grandeza la monumentalobra funeraria, bajo las altas drajeries de ter-ciopelo rojo; en las que la inicial del rey ex-tinto recortaba sus perfiles en oro bajo la renl HONRAS FUNEBRES POR HUMBERTO EN LA. CATEDRAL. UN DETALLE ARTISTICO DEL RETAÜLO teles, medio recogi-das abajo y arrima-das en el centro porla nota fulgurante dela letra y la corona,bajo las cuales se aba-tía una rama do pal-ma. El conjunto eiade una grande y artís-tica armonía dondelas gracias de las flo-res y el fulgor de lasluces, rimaban conla magestad de laslineas monumenta-les, con la solemneunción de los oficiosy con la melodía es-piritualizada de lasgrandes voces quesiguiendo los vuelosorquetrales llenabanel templo de sagradaarmonía. Italianos yargentinos puedenestar satisfechos dehaber culminado sushomenajes con unanota de alto senti-miento, caracterizadapor un sello de austera y artística dignidad. Ofició el vicario doctor Duprat y presidió elobispo Romero. A su lado estaban el presi-dente de la República, loe ministros, los mili-tares de alta graduación, el cuerpo diplomá-tico, la oficialidad del «Etruria» todo lo máscaracterizado de Buenos x\ires, las personalida-des de la colonia italiana, et


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