La captura de Sorocaima . y nadan detrás de mi curiara cuando surca susaguas. ¿Por qué pues he de temer? El lago y yosomos casi una misma cosa y no podría separarmede él a menos que algo muy fuerte surgiera enmi corazón que así me lo impusiera. Ambos se miraron tiernamente a los ojos yecharon a andar hacia el embarcadero en dondeestaba la curiara. . Mariara bogaba con sor-prendente rapidez. La pequeña embarcación sedeslizaba sobre las aguas tranquilas al golpeseguro del canalete, mientras Sorocaima, en si-lencio no dejaba un segundo de contemplar aMariara. Alguna que otra embarcación cruzabace


La captura de Sorocaima . y nadan detrás de mi curiara cuando surca susaguas. ¿Por qué pues he de temer? El lago y yosomos casi una misma cosa y no podría separarmede él a menos que algo muy fuerte surgiera enmi corazón que así me lo impusiera. Ambos se miraron tiernamente a los ojos yecharon a andar hacia el embarcadero en dondeestaba la curiara. . Mariara bogaba con sor-prendente rapidez. La pequeña embarcación sedeslizaba sobre las aguas tranquilas al golpeseguro del canalete, mientras Sorocaima, en si-lencio no dejaba un segundo de contemplar aMariara. Alguna que otra embarcación cruzabacerca de ellos tripulada por indios pescadores quegozosos mostraban el producto de su trabajo:bagres y guabinas de gran tamaño que consti-tuían la alimentación principal de la tribu. En poco tiempo llegaron a Corotopona y sesentaron en la pequeña cabaña a descansar. Unvaho caliente, casi asfixiante, nacía de la tupidamaleza y de los charcos. —Mariara —dijo Sorocaima—, no quiero quepase más tiempo si


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