América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . a. Remontar la orilla á través de las arcillas empapadas seria unalocura: además, notamos con sorpresa que la corriente ha crecido en menos de tres horas. ^Por fin, tomo la resolución de ir por la canoa á nado. Un cable de crin, sujeto á un ár-bol en la orilla opuesta, se halla atado á un poste en la nuestra. Lo desato, le añado Xdi jáquimade mi muía y después de desnudarme remonto un tanto la orilla, á fin de tener más cuerda ylibrarme de verme arrastrado por la corriente, que á unos cien metros


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . a. Remontar la orilla á través de las arcillas empapadas seria unalocura: además, notamos con sorpresa que la corriente ha crecido en menos de tres horas. ^Por fin, tomo la resolución de ir por la canoa á nado. Un cable de crin, sujeto á un ár-bol en la orilla opuesta, se halla atado á un poste en la nuestra. Lo desato, le añado Xdi jáquimade mi muía y después de desnudarme remonto un tanto la orilla, á fin de tener más cuerda ylibrarme de verme arrastrado por la corriente, que á unos cien metros de allí choca contralas peñas formando un espantoso raudal. Con la cuerda entre los dientes, me arrojo al aguay empiezo á nadar; pero ¡ay! que no he contado con la fuerza desigual de la corriente, tandébil cabe á las orillas como impetuosa en el centro del rio, y en un instante la cuerda des-cribe una gran curva, y yo me siento arrastrado. ¡Maldición! La cuerda se me enrosca por elcuello y me ahoga. Me zambullo, logro desprenderme de ella y la abandono; pero la corrien-. Una caída peligrosa 722 AMÉRICA PINTORESCA te sigue arrastrándome, y estoy perdido sin remedio si no alcanzo la orilla antes de la catara-ta. Lo consigo al fin, tras los más desesperados esfuerzos y Dios mediante, en los momentosen que Daniel lanzaba desgarradores gritos. » Entonces óyense nuestras voces en el cerro vecino y á ellas contestan unos arrieros, lo-grando llamar la atención del pasero, el cual aparece por fin y desata lentamente la canoa conimperturbable sangre fría. Me armo de paciencia y se verifica el paso sin novedad. »Es ya de noche. El pasero se queda con los arrieros, y aun nos resta más de un kilóme-tro de marcha á través de la selva y por entre las piedras de una escarpada cuesta, para llegará la cabana de Aganche, donde sin duda podremos pasar la noche. Me coloco á la cabeza delconvoy y después de dejar suelta la brida sobre el cuello de la muía, m


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