América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . de la nieve que llevan á vender á Quito, era muy asequible. A medio dia alcanzamos el límite inferior de las nieves (4,400 metros); y almorzamos al airelibre, sentados sobre la yerba, con bastante prisa, porque el frió, que no habíamos observadoandando, comenzaba á dejarse sentir, sin que por ello hubiese llegado á cero el termómetro. 856 AMERICA PIXTORESC\ Después de este desayuno sumario, pregunté á m¡ compañero si deseaba continuar laascensión; pero como sin experimentar los accidentes epistáxi
América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . de la nieve que llevan á vender á Quito, era muy asequible. A medio dia alcanzamos el límite inferior de las nieves (4,400 metros); y almorzamos al airelibre, sentados sobre la yerba, con bastante prisa, porque el frió, que no habíamos observadoandando, comenzaba á dejarse sentir, sin que por ello hubiese llegado á cero el termómetro. 856 AMERICA PIXTORESC\ Después de este desayuno sumario, pregunté á m¡ compañero si deseaba continuar laascensión; pero como sin experimentar los accidentes epistáxicos y demás indicados pormultitud de viajeros, se sentia demasiado fatigado, hube de partir solo con el peón. Sin notaropresión alguna, comencé á subir alegremente, pero á los cien metros hube de moderar elpaso, y detenerme á cobrar aliento cada cinco minutos. Con algunos tragos de aguardiente dinueva elasticidad á las piernas, y en menos de una hora gané el cráter del Rucu-Pichincha(4,854 metros) Soplaba un viento Sur muy fresco, impeliendo nubéculas que pasaban con. Lgiesia de La Tacnnga rapidez sobre mí y sólo me permitían ver con intermitencias las rocas negras, traquíticas óesquistosas dispuestas en estratificaciones verticales ó inclinadas por efecto del fuego en zig-zags de color rojo de ladrillo, formando los más sorprendentes jaspeados. Por el lado del Xortese levantaban peñascos cortados á pico y por el Sur en dirección del Guagua Pichincha, losclaros abiertos entre las nubes permitían ver dos profundos valles abruptos, que las espesascapas de nieves perpetuas alfombran con regularidad. Saciado del espectáculo volví á bajar y encontré al padre Sodiro que me aguardaba ateridode frió, pero descansado. El resto del r^reso se efectuó sin accidente enojoso, llevando con-migo un agradable recuerdo de la excursión, y la convicción profunda de que la decantadaascensión al Pichincha no es tan difícil como se suponía en otros tie
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