América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . poco conocida aún (C. ferrugíneum)caracterizada principalmente por sus bayas arrugadas, la cual abunda en los Andes, princi-palmente al Oeste de la Cordillera occidental y hasta la república del Ecuador. Pero volva-mos ya á don Ramón Cárdenas, al almuerzo y á la cacería del jaguar. Todo estaba preparado. La sopa, compuesta de un caldo de patatas, arracachas y tasajoy espesada mediante la adición de algunos puñados de arroz, y las arepas, panecillos de harinade maíz amasada con leche, constituyeron
América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . poco conocida aún (C. ferrugíneum)caracterizada principalmente por sus bayas arrugadas, la cual abunda en los Andes, princi-palmente al Oeste de la Cordillera occidental y hasta la república del Ecuador. Pero volva-mos ya á don Ramón Cárdenas, al almuerzo y á la cacería del jaguar. Todo estaba preparado. La sopa, compuesta de un caldo de patatas, arracachas y tasajoy espesada mediante la adición de algunos puñados de arroz, y las arepas, panecillos de harinade maíz amasada con leche, constituyeron la refección, durante la cual uno de los mozos del (i) Vid. Ilhistration horlkolc, 1874, p. 9. 676 AMÉRICA PINTORESCA señor Cárdenas iba destraillando los perros. Luego don Ramón se colgó la carabina en ban-dolera, se ciñó el cinturon, tomó el machete, pólvora y balas y por último empuñó un vena-blo, compuesto de una punta de acero bien templada de unos dos pies de longitud, clavadasólidamente en un fuerte mango de espino, hecho lo cual pronunció la palabra sacra- ;. Cí&tO^T La bordadora de Sálenlo, C>uindio (Véase p.íg. 679). mental: adelante, y nos lanzamos todos por las empinadas vertientes que descienden hastael rio Tochecito. El camino al principio era practicable y serpenteaba á través de losmatorrales de fucsias, budlejas, melastomáceas y heléchos; pero en breve nos encontramosmetidos en una espesura de árboles entrelazados con bejucos que crecían en pendientes decuarenta á sesenta grados de inclinación, cuando no en escarpaduras poco menos que ver-ticales del todo. Empezó á jugar el machete; pero á medida que avanzábamos, era el bosquemás espeso, de suerte que á cada paso nos veíamos cogidos entre una vegetación inextricable,llena de zarzas que desgarraban nuestras ropas y de ramas que nos azotaban el rostro. Des-pués de seguir así por espacio de algunas horas, tuvimos que retirarnos sin resultado nin- VIAJE Á LA AM
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