El siglo de las tinieblas, o memorias de un inquisidor; novela histórica original . BLAS. 563 —¿No habéis de hacerme ningún otro encargo? —Ninguno hasta mañana. —Espero vuestras órdenes. — Que Dios os guarde, señor Antolin. —¿A qué hora nos veremos? —Vendré á las diez de la mañana. —Aquí me ó Florentin. —Bien, muy bien, ¡voto á cien mil legiones!—exclamó elhidalgo, restregándose las manos alegremente.—Esto marchaá las mil maravillas. Levantóse, dió algunos paseos por la habitación, y dijoluego: —Los diez mil escudos volaron y soy pobre otra vez. Ne-cesito dinero y además una p


El siglo de las tinieblas, o memorias de un inquisidor; novela histórica original . BLAS. 563 —¿No habéis de hacerme ningún otro encargo? —Ninguno hasta mañana. —Espero vuestras órdenes. — Que Dios os guarde, señor Antolin. —¿A qué hora nos veremos? —Vendré á las diez de la mañana. —Aquí me ó Florentin. —Bien, muy bien, ¡voto á cien mil legiones!—exclamó elhidalgo, restregándose las manos alegremente.—Esto marchaá las mil maravillas. Levantóse, dió algunos paseos por la habitación, y dijoluego: —Los diez mil escudos volaron y soy pobre otra vez. Ne-cesito dinero y además una posición, porque ya tengo cua-renta y un años y debo pensar juiciosamente en mi porve-nir. Este bribón es muy astuto; pero la ambición le trastornala cabeza y acabará por morder el anzuelo. Manos á Deben ser ya cerca délas diez y Lancaste meaguarda. El señor Antolin ciñó su larga tizona, se puso el sombre-ro, se envolvió en su capa de terciopelo verde con forroamarillo y salió de la hostería, cantando CAPITULO XI. Aparicioces y descubrimientos. Al dia siguiente se alquiló un cuarto que habia desocupa -do en Ja casa donde vivia Jacobo, y estaba situado en el pisoprincipal pared de por medio del que éste ocupaba. La persona que lo aíquiló no nos es desconocida; peroahora no tenemos necesidad de presentarla ni de decir más,sino que era un agente de Florentin, que sobre obedecer por-que se le pagaba, odiaba particularmente á nuestros amigos,y más que á ninguno de ellos, á Simón. Al lado de su padre, la jóven se tranquilizó bien pronto,y si no hubiera estado ciega, nada habría echado de ménospara su felicidad. Tres dias pasaron. Nunca Jacobo habia estudiado con más llegado el caso de hacer la aplicación de su descu-brimiento. DE LAS TINIEBLAS. 565 ¿Correspondería el resultado á sus deseos? Jacobo de Tordesillas temblaba muchas veces temiendoequivocarse, y mucho más hubier


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