La Mujer . ^ diez, veinte, cin-cuenta asuntos diferentes á mas del queel autor se propone desarrollar. ¡Qué exhuberancia de imaginación y quéabundancia de material exquisito! No vamos á entrar á hacer juicio críticodetallado porque ni espacio tenemos nicuadra hacerlo cuando ya lo han hechoCarlos Guido Spano, Ricardo Palma. An-gel Justiniano Carranza, Federico Tobaly otros con favorable opinión. Nos bastadecir, y esto en resumen, que las tra-diciones del doctor Obligado honran alautor tanto como á la literatura de su pa-tria, y que, como muestra La Mujer publi-cará en breve una de las últimamen
La Mujer . ^ diez, veinte, cin-cuenta asuntos diferentes á mas del queel autor se propone desarrollar. ¡Qué exhuberancia de imaginación y quéabundancia de material exquisito! No vamos á entrar á hacer juicio críticodetallado porque ni espacio tenemos nicuadra hacerlo cuando ya lo han hechoCarlos Guido Spano, Ricardo Palma. An-gel Justiniano Carranza, Federico Tobaly otros con favorable opinión. Nos bastadecir, y esto en resumen, que las tra-diciones del doctor Obligado honran alautor tanto como á la literatura de su pa-tria, y que, como muestra La Mujer publi-cará en breve una de las últimamente pu-blicadas. R. B. ALBUIVr - REVISTA « LA MUJER ». A LA MINUTA jPor qué no confesar :a veraad? El pue-blo üc Buenos Aires debe eterno agrade-cimiento á su Intendente. El Sr. Bullrich no sólo ha enseñado almundo entero cómo es posible vivir enuna población que ni se barre, ni se riega;no sólo ha enseñado educación y culturapor medio de los anuncios conminatorioscolocados á la salida de los mingiloriospúblicos; no sólo ha demostrado cómo sepuede reír uno de la opinión pública y delas censuras de teda la prensa, y continúasereno y tranquilo gobernando al mansoy paciente pueblo de la capital, sino queha querido también enseñar como se pue-den publicar edictos, faltando en ellos átodas las reglas gramaticales } hasta alsentido común. Prescindamos del lacónico letrero colo-cado en los faroles de la Avenida, en quese dice conserve sti izquierda, sin saberquién ha de conservar la izquierda, niqué izquierda es esa que ordena conservar. No; el modelo de dicción y de deliciosaconstrucción gramatical, nos lo ha dadoen e
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