América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . tos de plantas trepadoras, cucurbitáceas, ipomeas y dale-campias. Al propio tiempo tuve ocasión de recoger un ejemplar de vainilla silvestre con frutos. A las doce y media del dia llegábamos al pueblo de Patia (635 metros), con un calor so-focante y húmedo, al fondo de un valle donde por todas partes se respiran calenturas. Unaiglesia grande y destartalada con muros de barro medio hendidos; miserables cabanas entre 744 AMÉRICA PINTORESCA escasas plantaciones de tamarindos; humeantes escombros de h


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . tos de plantas trepadoras, cucurbitáceas, ipomeas y dale-campias. Al propio tiempo tuve ocasión de recoger un ejemplar de vainilla silvestre con frutos. A las doce y media del dia llegábamos al pueblo de Patia (635 metros), con un calor so-focante y húmedo, al fondo de un valle donde por todas partes se respiran calenturas. Unaiglesia grande y destartalada con muros de barro medio hendidos; miserables cabanas entre 744 AMÉRICA PINTORESCA escasas plantaciones de tamarindos; humeantes escombros de habitaciones incendiadas la no-che precedente; una escuela pública, en donde un jovencito, casi un muchacho, daba clasesentado en el umbral de la puerta, á algunos arrapiezos que leian en un cuadro; acá y acullácaminantes mulatos, macilentos y de andar incierto; una regular sopa de sancocho y una no-che de mosquitos, constituyen las poco consoladoras notas tomadas como recuerdo del pue-blo de Patia. Ardia en deseos de abandonar esta maldita localidad, y como cierto ingeniero americano. Las langostas del Palia que encontré en Popayan y su señora acabaran de llegar, me decidí á tomar con ellos la de-lantera, á fin de arribar cuanto antes á Pasto. De Patia á Tamarindo, siguiendo siempre por las lomas de un país desierto, ó bien por arena-les apenas cubiertos de secas gramíneas, pasamos por Herradura con un calor sofocante yenvueltos entre nubes de langosta. Los insectos adultos, cuya presencia habia obser\ado enel rio Quilcasé, hablan desaparecido, sucediéndoles espesos enjambres de langostas jóvenesque oscurecían el sol y limpiaban los campos de toda verdura. No puede darse devastaciónmás completa; no solamente no quedaba ya ni una planta, ni una hoja, ni un tallo de yerbahasta donde alcanzaba la vista, sino que las hambrientas larvas atacaban la corteza de los ár-boles, y roian hasta las duras fibras del caratas (Bronielia Karatas). No habia visto nunca


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