Serafín el pinturero : o, contra el querer no hay razones . e, con Silvino, que las acompaña hasta la puerta, entra ensu casa con Jesusa; los demás hacen mutis por donde salieron, excepto Bau-tista y Nicomedes)JESUSA Yo nunca le olvidaré. MARCIALA ¡Bribona! ¡So descasta! SILVINO Señora, cálmese usté. DOROTEA Usté no se meta en náa. (Entra en su casa.) ESCENA VISILVINO, LEONCIO, BAUTISTA y NICOMEDES Hablado. LEOiíCIO.—(Desesperado, lloroso.) Sí, hombre, sí; llevarse á esa hija de serafín el pinturero mi vista. Llevársela, porque si no la despedazo. (Mordiendo la toalla.) ¡ Alai-dita sea! NICOME


Serafín el pinturero : o, contra el querer no hay razones . e, con Silvino, que las acompaña hasta la puerta, entra ensu casa con Jesusa; los demás hacen mutis por donde salieron, excepto Bau-tista y Nicomedes)JESUSA Yo nunca le olvidaré. MARCIALA ¡Bribona! ¡So descasta! SILVINO Señora, cálmese usté. DOROTEA Usté no se meta en náa. (Entra en su casa.) ESCENA VISILVINO, LEONCIO, BAUTISTA y NICOMEDES Hablado. LEOiíCIO.—(Desesperado, lloroso.) Sí, hombre, sí; llevarse á esa hija de serafín el pinturero mi vista. Llevársela, porque si no la despedazo. (Mordiendo la toalla.) ¡ Alai-dita sea! NICOMEDES.—Por Dios, Leoncio; cálmate, que te comes el fleco. LEONCIO.—Si no puedo más, Nicomedes. ¡ Darme estos disgustos, sa-biendo que padezco de blonquitis pulmonal. BAUTISTA.—Bueno: ¿y por qué ha sío la custión? LEONCIO.—¿Por qué va á ser? Esa mala hija que se nos ha encaprichaocon ese chulo de Serafín el Pinfurero, que yo no sé que lha dao patenerla enguirlotada. Un horfibre que no lhace caso, que la está refregando. la mar de mujeres por los hocicos, que no dispone de una ¡Un hom-bre que le tiene que pagar ella hasta el tranvía, y que encima se incomodasi no le dan capicúa!... SILVINO.—Que hará coleción. LEONCIO.—Bueno: pues ñgurarse que ese cacho de prima de hija, quelo único que tiene me lo debe á mí, que es que ha salió guapa,. ha ido y haencontrao un hombre rico, formal y decente: el señor Lucio el Canene,abastecedor de carnes de la Ceba, con la mar de ganao en Navalcarnero ymedio pueblo suyo. BAUTISTA.—Sí, que es hombre rico; pero es que ustés no han reparaoque la dobla la edaz. LEONCIO.—¿Y qué tié que ver eso? En cambio nos ha pedio á la chicapa casarse en serio. ¡En serio!... Lo que no se estila. ¡Tú figúrate nuestraalegría!... ¡Un yerno adinerao! ¡Pasarnos la vida sin hacer náa, que es elideal de la gente trabajadora! ¿Qué más podíamos desear? Bueno; puesesa desgracia, en vez de volv


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