Humildad, poesías . ldad, te injuria y daña, Sólo a veces, de noche,de tu dolor se apiada 160 JULIO J. CASAL el cielo, al verte siempre humilde, abandonada, y entonces, como alivio del lodo que te empaña, viene a temblar el oro de una estrella entre el cristal opaco de tus aguas. plojiTA verde y aterciopelada, que te arrancó la brisa de la planta y hoy vas flotando como una nave fantástica, sobre el cristal inquieto y claro de las ¡Hojita verde,qué profunda lástimayo llevo para tidentro del alma! En épocas tal vezno muy lejanas, 11 162 JULIO J. CASAL ¿acaso allá en un árbolf


Humildad, poesías . ldad, te injuria y daña, Sólo a veces, de noche,de tu dolor se apiada 160 JULIO J. CASAL el cielo, al verte siempre humilde, abandonada, y entonces, como alivio del lodo que te empaña, viene a temblar el oro de una estrella entre el cristal opaco de tus aguas. plojiTA verde y aterciopelada, que te arrancó la brisa de la planta y hoy vas flotando como una nave fantástica, sobre el cristal inquieto y claro de las ¡Hojita verde,qué profunda lástimayo llevo para tidentro del alma! En épocas tal vezno muy lejanas, 11 162 JULIO J. CASAL ¿acaso allá en un árbolfrondoso, no brillabascon las menudas gotasde rocío empapada? El ruiseñor aquel que por las nochesen el árbol cantaba,¿no era tal vez tu amante?¿no era para ti su serenata? Hojita verde (¡verdecomo aquella esperanza!),flotarás poco tiempo,te hundirás para siempre entre las yo no he de olvidarte;me acercaré a la ramadel árbol en que un día amanecistey hablaremos de ti con tus EN EL £,n el lago de la tarde misteriosamente arde la estrella de los pastores, y en la verde y fresca alfombra su caperuza de sombra se van poniendo las flores. Es tan diáfano e influyenteel vago recogimientode la hora vesperal,que todo mi pensamientome parece transparentecomo el agua y el cristal. 166 JULIO J. CASAL Olvido todo rencor,y para el mismo adversariosiento ternura y Y es entonces mi existenciacomo un místico incensarioque ofrece a todos su esencia. CUANDO, Cuando el horizonte tornaa ponerse su vestidode un azul diáfano y puro,me voy por esos la lluvia se halla el pradofragante y en los árbolesfrutos hasta hoy no una parra cercanaestá temblando un racimo,que aun ayer estaba verdey hoy tiene el color del vino. Fué una bendición del maíz casi perdidodará la tierna boronapara el pobre campesino.¡Cómo late el corazóndel labriego agradecido! 168 JULIO J. CASAL Y los bueyes pat


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