La Mujer . vi-saron que ha-bían fijado el 5del siguientemes para el ma-trimonio. Cuan-do me prepara-ba á partir pa-ra Londres, re-cibí otra cartade Claudio, enque me decíaque ya no seríahasta el 20. Ca-llaba el motivode aquel apla-zamiento, perocomo me avisa-ba que al díasiguiente iría áverme á mi ca-sa, aguardé conimpaciencia sullegada. Me sorpren-dió mucho ver-le : estaba páli-do, ñaco, y pa-recía haber en-vejecido repen-tinamente, ¿Qué tenía? algo muy grave sin duda. Ape-nas saludó á mi mujer, le llevé á mi cuarto de estudiocon el objeto de interrogarle. Pero él fué quien hablóprimero. —Fra
La Mujer . vi-saron que ha-bían fijado el 5del siguientemes para el ma-trimonio. Cuan-do me prepara-ba á partir pa-ra Londres, re-cibí otra cartade Claudio, enque me decíaque ya no seríahasta el 20. Ca-llaba el motivode aquel apla-zamiento, perocomo me avisa-ba que al díasiguiente iría áverme á mi ca-sa, aguardé conimpaciencia sullegada. Me sorpren-dió mucho ver-le : estaba páli-do, ñaco, y pa-recía haber en-vejecido repen-tinamente, ¿Qué tenía? algo muy grave sin duda. Ape-nas saludó á mi mujer, le llevé á mi cuarto de estudiocon el objeto de interrogarle. Pero él fué quien hablóprimero. —Francisco, mi viejo (así me llamaba siempre), dijotratando de sonreírse, no te vayas á ])urlar de mí! —¡Burlarme! ¡En lo que menos pensaba era en eso!Le apreté la mano en silencio y siguió diciendo: —No me vas á creer cuando te (yo mismono lo creo) que me persiguen —¡Espectros!, exclamé sonriendo, aunque verdadera-mente aquello no me causaba —Sí, espectros; ó, más bien, un espectro. Parece estoridículo, pero es la verdod.—¿Y qué ves? Se me acercó y, alargándome la m^-no, dijo con vozbaja y turbada: —¡Una cosa horrible, espantosa, lúgubre, que me estámatando! Se interpone entre mi felicidad y yo. Heluchado contra esa cruel fantasma. He reflexionadoconmigo mismo, me he burlado de mí mismo, pero envano, en vano!... Se va, pero —¡Vaya, hijo, exclamé, esto viene de trabajar dema-siado y fumar muclio y no dormir! Si fueras inclinadoá la bebida, y de poco comer, diría que era ¿Hayalguna cosa que te atormente especialmente? —i Ya lo creo!, exclamó con mal liumor; ¿te parecepoco el espectro? ¿No te he dicho que me está matando? —¿Pero que es lo que te mata? Claudio no contestó inmediatamente, sino que se pusoá pasear por el cuarto hasta que de repente se detuvo ámi lado, y asiéndome del brazo dijo con aire espantado: —Una cara: la cara de un hombre, horrible, pál
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