España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . uia, con sus chimeneas humeantes átodas horas; estos paisajes destacan con toda su luz sobre elfondo oscuro del cuadro como oasis del desierto, y se sientenmejor la amenidad de la vegetación y la animación de la moradadel hombre, que sólo al lado de la soledad y de la aridez puedendebidamente apreciarse. Si á la entrada de uno de esos pueblos encuentras algunoshombres de bizarro talle, de lleno, expresivo y algo moreno ros-tro, revuelto en torno de la cabeza, cual ligera toca, un pañueloencarnado ú oscuro por bajo del cual se ensortija


España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . uia, con sus chimeneas humeantes átodas horas; estos paisajes destacan con toda su luz sobre elfondo oscuro del cuadro como oasis del desierto, y se sientenmejor la amenidad de la vegetación y la animación de la moradadel hombre, que sólo al lado de la soledad y de la aridez puedendebidamente apreciarse. Si á la entrada de uno de esos pueblos encuentras algunoshombres de bizarro talle, de lleno, expresivo y algo moreno ros-tro, revuelto en torno de la cabeza, cual ligera toca, un pañueloencarnado ú oscuro por bajo del cual se ensortija el crespo ca-bello, ceñido el cuerpo con ancha faja azul ó morada, ajustadoal muslo el calzón corto, y ostentando bajo la media todo su (, i) Llámanse así en .\ragón frecuentemente los terrenos baldíos, aunque seanllanos, en oposición á las tierras de cultivo. (2) Término provincial muy frecuente en los documentos antiguos, que equi-vale á comarcas ó tierras yermas, muchas de las cuales conservan el nombre depueblos que ya no ARAGÓN .—Campesino. u INTRODUCCIÓN XI contorno la nervuda pierna y toda su ligereza los pies sujetosapenas por trenzadas alpargatas; ó si en medio de un camino, aldivisarlos en grupo embozados en sus blancas mantas rayadas,recuerdas los albornoces árabes ó las elegantes togas romanas,y evoca tu imaginación á los antiguos dominadores del país,acércate á ellos, oh forastero, y no temas ser repelido con rudadesconfianza ni interrogado por importuna ó maligna úelos á la posada que obsequiosos te mostrarán; y en tantoque se prepara la rústica cena, en vez de encerrarte misántropoen tu helado cuarto, caso que lo tengas, acude al calor del hogarcuya vasta chimenea cobija á modo de negra cúpula á la familiaentera y á los transeúntes sentados al rededor en los bancos depiedra; y una súbita llamarada en la inextinguible lumbre, acom-pañada de vivo chisporroteo, será la señal de tu bienvenida. Ye


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