La Mujer . RA el pupilo inás travieso; peroliabíii conseguido captarse de talmodo las simpatías del rector, queno había cosa que no le confiara,ni --^creto que para él estuvieraoculto. —Antolin,—le dijo una mañanael buen director del establecimien-to;—hé notado que del refectoriofalta todos los días el queso y eldulce. Necesario es encontrar al la-drón para castigarlo como merece.—Qué me cuenta, señor! Con que tenemos ladro-nes en casa? —Sí, Antolin: y hé resuelto ponér un espía estanoc le á ver si así lo tomamos. Pensé en tí. que eresde loda mi confianza. —Pero, ya sabe usted, señor, que cuan


La Mujer . RA el pupilo inás travieso; peroliabíii conseguido captarse de talmodo las simpatías del rector, queno había cosa que no le confiara,ni --^creto que para él estuvieraoculto. —Antolin,—le dijo una mañanael buen director del establecimien-to;—hé notado que del refectoriofalta todos los días el queso y eldulce. Necesario es encontrar al la-drón para castigarlo como merece.—Qué me cuenta, señor! Con que tenemos ladro-nes en casa? —Sí, Antolin: y hé resuelto ponér un espía estanoc le á ver si así lo tomamos. Pensé en tí. que eresde loda mi confianza. —Pero, ya sabe usted, señor, que cuando el sueñome toma, no puedo estar despierto. un dormiló qué hace- garantirfío, y como que en estelas alacenas asuntono tie-. ya estabadiciéndole, núescon el dandocomo —Verdad que eresmos? Porque re puedoni de mis manosnen —Una idea me ocurre. —Ya sabía yo que tú habías de tener alguna idealuminosa. — Gracias, señor. —Vamos á ver, ¿cuál es tu idea? —Esta: cuando llegue el anochecer y todos se ha-yan retirado, vamosnosotros y echamosen el suelo del refec-torio y hacia dondeestán las alacenasuna cantidad de hari-na suficiente á que elque la pise deje mar-cada la forma del za-pato. Por ese mediollegaremos a —Y si vadescalzo? —Mejor. Por laspezuñas se conoce aldiablo. -^^-lo — Pues lo la aurora del día siguiente tro rector despertando á Antolin ygozo que le salía por los poros: — Cavó el pez en la remanga! Ven! — .Sí? —preguntó Antolin desperezándose yun brinco de la cama, púsose los , señor, veamos. Y siguió al rector, que esgrimía en su diestra unassoberanas disciplinas. Todos los demás dormían aún. Llegaron al re


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