América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . da no causa extrañeza oir por la noche, cuando cesan los rumores de la población, los lejanosbramidos del Cotopaxi y del Sangay, esos grandes volcanes ecuatorianos vecinos á se vive algún tiempo en la ciudad no es fácil equivocar el timbre de voz de esosgigantes formidables. Por un fenómeno que me seria difícil explicar, el ruido interno delCotopaxi se percibe mucho meior lejos de la montaña cjue junto á ella. A veces cuando estallaen una de sus furiosas coleras, parece o
América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . da no causa extrañeza oir por la noche, cuando cesan los rumores de la población, los lejanosbramidos del Cotopaxi y del Sangay, esos grandes volcanes ecuatorianos vecinos á se vive algún tiempo en la ciudad no es fácil equivocar el timbre de voz de esosgigantes formidables. Por un fenómeno que me seria difícil explicar, el ruido interno delCotopaxi se percibe mucho meior lejos de la montaña cjue junto á ella. A veces cuando estallaen una de sus furiosas coleras, parece oirse desde Guayaquil un cañoneo de gruesas piezas deartillería disparado á un kilómetro de la ciudad. Pero al fin y al cabo se consideran todos estos pequeños inconvenientes como constitutivosdel color local, y entonces es cuando se hace posible la vida en este puerto, hasta el punto deque yo mismo he llegado á considerar que el hombre habia interpretado bien su modo de vivirá los 2 14 de latitud sur y á72 millas de las corrientes australes y de la iresca brisa del Pací % 6 . AMERICA PINTORESCA En los pantanos formados por filtraciones y que constituyen el suelo del que surge elpuerto de Guayaquil, no son posibles las construcciones de piedra ó de ladrillo, pues su pesoharia que se hundiesen en el terreno. Así es que se vive literalmente sobre balsas sostenidaspor estacas que sirven de pilares á las casas. Los terremotos, que suelen ser bastante prolongados, imprimen á estos edificios oscilacio-nes que derribarían los de piedra, por sólidos que fueran: en cambio, no producen ningún efectodestructor en esas construcciones que oscilan, crujen y continúan incólumes, como un barco enun mar agitado. Esas trepidaciones, esas vibraciones causan un eiecto de los más raros en las calles y enlas aceras de madera, y el recien llegadp no acierta á explicarse la sensación que armazones son de madera, por lo común preciosa y siempre sumam
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