América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . ; uno quiere hacerle embarcar y otro le retiene. Marchamos por últimocon dos piraguas, y empujados por la corriente, nos reunimos en breve con nuestros compa-ñeros. Compro una de las embarcaciones y hago desatracar la balsa. Estamos ya en camino cuando veo un indio agazapado entre mis fardos: le ruego que sevaya, y desembarca; pero mirándome de un modo raro, que por desgracia no comprendo sinocuando está ya lejos, y haciendo ademanes de desesperación. Adivino demasiado tarde queaquel joven es un p


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . ; uno quiere hacerle embarcar y otro le retiene. Marchamos por últimocon dos piraguas, y empujados por la corriente, nos reunimos en breve con nuestros compa-ñeros. Compro una de las embarcaciones y hago desatracar la balsa. Estamos ya en camino cuando veo un indio agazapado entre mis fardos: le ruego que sevaya, y desembarca; pero mirándome de un modo raro, que por desgracia no comprendo sinocuando está ya lejos, y haciendo ademanes de desesperación. Adivino demasiado tarde queaquel joven es un prisionero que los indios querían vender, por lo cual hubiera deseado esca-par de manos de sus enemigos para venirse con nosotros. El 19 llegamos á una aldea de carijonas: durante la noche se presenta uno de estos queparece sumamente azorado por los peligros que acaba de correr. Viajaba con dos hombrespor el rio Arara, cuando los uitotos le sorprendieron é hicieron prisionero: acto continuo unode sus compañeros fué atado de pies y manos á un árbol, y muerto con una flecha envenena-. Ataque matutino 262 AMÉRICA PINTORESCA da. Durante el suplicio el infeliz lloraba como un niño diciendo: «¿Por qué me matáis?» A locual le respondían: «Queremos comerte porque los tuyos se han comido á uno de los nues-tros.» Pasaron una estaca entre los pies y las manos atados, y trasportaron el cuerpo á laplaya como si fuera un pécari. El jefe hizo luego la distribución de la carne, y envió algunostrozos á las tribus vecinas. El expectador de estas escenas horribles consiguió escaparse du-rante la noche, y bajó el río en un tronco de árbol que ahuecó con un hacha de piedra. Eltercer prisionero era el joven que los uitotos querían vender: ¿qué habrá sido de aquel des-dichado? Es muy de suponer que le cortaran la cabeza. La continuación del viaje ofrece grandes peligros y fatigas. De dia nos devoran los piesunas moscas que chupan la sangre y dejan en la llaga un


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