América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . dig-nado ante semejante espectáculo, pregunté al dueño de una de las tiendas más próximas, quésignificaba aquella escena. — Es un ladrón, me dijo, y no le soltarán hasta que confiese su delito y declare qué hahecho del ganado que ha robado. Francamente, me produjo asombro esta justicia sumaria que viene á ser una especie deley de Lynch asaz expedita, si no del todo eficaz, y proseguimos nuestro camino. Apenas 624 AMtRlCA llNlORHhCA andados quinientos metros, nos encontramos en el fondo de un torre
América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . dig-nado ante semejante espectáculo, pregunté al dueño de una de las tiendas más próximas, quésignificaba aquella escena. — Es un ladrón, me dijo, y no le soltarán hasta que confiese su delito y declare qué hahecho del ganado que ha robado. Francamente, me produjo asombro esta justicia sumaria que viene á ser una especie deley de Lynch asaz expedita, si no del todo eficaz, y proseguimos nuestro camino. Apenas 624 AMtRlCA llNlORHhCA andados quinientos metros, nos encontramos en el fondo de un torrente llamado quebrada dela Honda, cuya altura sobre el mar es sólo de seiscientos cuarenta y tres metros. Adheridaá los árboles y á los cantos erráticos, que forman la margen de ese lindo afluente del rio deSumapaz, encontré una planta cuyo recuerdo no se borrará jamás de mi memoria. Consiste enuna gran Bromeliácea, cuyas hojas, teñidas en sus dos terceras partes de un color encarnadocomo la sangre, tienen un metro de longitud: con la particularidad, que del cogollo de la. Puente de Icononzo planta surge un gigantesco penacho de 2 metros y 50 centímetros de altura, de forma cilin-drica y cubierto de ovarios amarillos. La especie era nueva, de lo cual me cercioré después demi regreso á Europa, por lo que en adelante llevará el nomhr& .-Echmea colujunaris, Ed. And. Ásperas cuestas y quebradas, nuevas cuestas y nuevas quebradas, bosquecillos dispersos,en uno de los cuales logré descubrir una Apocínea extraordinaria de frutos alados del tamañodel puño, que encierran un terrible veneno harto conocido de los indígenas, más lejos, lasenormes flores blancas del CereusPitajaya, algunos resbalones y una buena insolación: y hé-tenos ya en Pandi, en donde echamos pié á tierra á las cuatro y media de la tarde, con untiempo soberbio. La aldea de Pandi, llamada también Tumbia ó Mercadillo, se encuentra situada á milmetros de altura sobre el nivel del
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