El doncel de don Enrique, el doliente; historia caballeresca del siglo XV . a-cio en una oscura noche del estío, des-apareció á sus ojos la aérea visión. Ma-tías creyó ver un ser sobrenatural, lasombra acaso de la misma condesa ; per-maneció con los brazos cruzados , y \sí (7VTÍsta fija, como si quisiese ver mas allá dela oscuridad y de la distancia. Entoncesoyó un suspiro lanzado á lo lejos, y pare-cióle que al desaparecer de sus ojos en elconfín del corredor se liabia reunido ladama á otra figura mas pequeña que allila estaba sin duda alguna esperando. Sé , doncel, f/ue ella Jiu viniera á vo


El doncel de don Enrique, el doliente; historia caballeresca del siglo XV . a-cio en una oscura noche del estío, des-apareció á sus ojos la aérea visión. Ma-tías creyó ver un ser sobrenatural, lasombra acaso de la misma condesa ; per-maneció con los brazos cruzados , y \sí (7VTÍsta fija, como si quisiese ver mas allá dela oscuridad y de la distancia. Entoncesoyó un suspiro lanzado á lo lejos, y pare-cióle que al desaparecer de sus ojos en elconfín del corredor se liabia reunido ladama á otra figura mas pequeña que allila estaba sin duda alguna esperando. Sé , doncel, f/ue ella Jiu viniera á vos, repitió un momento después Macíascon doloroso acenlo. Yo también lo sé:nunca me amó. ¿ Ni cómo pudiera amar-me? ¿ no amaba á ese feliz escudero cuan-do se unió á él en insolubles lazos ? j Lo-co, insensato de mí! Ab, quien quieraque seas la que vienes á injplorar mi es-pada , ¡cuan poco conoces el corazón delhombre! ¡un amante correspondido, unmorlal feliz es invencible; á un miserabledespechado y aborrecido un niiío le ven-ce!!!. (76)CAPITULO XV. ¿De dónele vino este diablo?Mom. del Cid. D, E vuelta don Enrique en su cámaracon su primer escudero y con su favori-to juglar , revolvía en su cabeza los me-dios de dar á su intriíra la feliz concia—sion que por tanto tiempo Labia desea-do. Estorbábale la idea de Macías , perodejó al tiempo el cuidado de iluminarleacerca de lo que de él podia temer. Des-pidió, pues, á Hernán, cuya probidad leincomodaba no poro para sus fines , y so-lo el juglar, de cuya aparente estupideznada recelaba, entró con él al secreto la-boratorio. — Libres estamos ya de la condesa,Ferrus , dijo; pero merced á tu singularvalor, quédanos en campana otro enemi-go no menos {77)-—¿Eres ya maestre, señor.,, — Lo seré , Ferrus , ó poco ha depoder don Enrique de Aragón: acabo derecibir un aviso secreto de que ha sidoelegido papa en Avinon don Pedro deLuna , bajo el nombre de Benedict


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