Revista contemporánea . unque bien holgar pudiera;ganólos en las batallascon su lanza y su bandera. Javier Ugarte. DIMITRI ROUDINE POR IVAN TOURGUENEF Continuación (l). olinzoff se había incorporado, y apoyándose enel codo miraba á su amigo de un modo extraño,con la vista fija; después se puso á referirle pala-bra por palabra toda la conversación que habíatenido con Roudine. Hasta aquel día nunca había hechoalusión delante de su amigo del sentimiento que le inspirabaNatalia, aunque siempre suponía que éste no lo ignoraba. —¿Sabes que me admiras?—replicó Lejnieff así que Ser-gio terminó su rel
Revista contemporánea . unque bien holgar pudiera;ganólos en las batallascon su lanza y su bandera. Javier Ugarte. DIMITRI ROUDINE POR IVAN TOURGUENEF Continuación (l). olinzoff se había incorporado, y apoyándose enel codo miraba á su amigo de un modo extraño,con la vista fija; después se puso á referirle pala-bra por palabra toda la conversación que habíatenido con Roudine. Hasta aquel día nunca había hechoalusión delante de su amigo del sentimiento que le inspirabaNatalia, aunque siempre suponía que éste no lo ignoraba. —¿Sabes que me admiras?—replicó Lejnieff así que Ser-gio terminó su relato—yo esperaba cualquier rareza de suparte, pero esta es demasiado Por lo demás, le re-conozco en eso. —Este hecho es pura y simplemente una insolencia—re-pitió Volinzoff, vivamente conmovido.—Poco me ha faltadopara arrojarle por la ventana. ¿Quiere alabarse delante de míó tiene miedo? Veamos, ¿por qué motivo secreto?... ¡Cómotoma sobre sí el ir á casa de un hombre!.... (i) Véase la página 87 de este tomo. 220 REVISTA CONTEMPORÁNEA Volinzoff se apretó las sienes con las dos manos y sedetuvo. —Pero amigo mío, estás en un error—respondió tranqui-lamente Lejnieff;—tú no quieres creerme, y á pesar de esoestoy seguro que ha hecho todo esto con buena intencióí, ¡Todo esto es tan noble, tan leal! Des-pués, ¿cómo había de perder tan buena ocasión de hablar ydemostrar su elocuencia? Tiene necesidad de esto; ¿podría élvivir, acaso, sin hacer una comedia? ¡Ayl ¡ay! esa lengua essu enemiga; pero por otro lado le hace gran servicio. —No puedes figurarte con el aire tan solemne con que en-tró y se puso á discutir. —Lo creo todo en él, es solemne; se abrocha la levitacomo si llenase un deber sagrado; hubiera querido relegarlepor unos días en una isla desierta, y ver oculto las pinturasque hacía frente á frente con él mismo. ¡Y se atreve á hablarde sencillez! —¿Pero dime, por
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