. Fabulas. LA DISCRETA ENAMORADA. Era Doña Felipa Zaragoza. Lo que entonces llamaban los peritos Una arrogante moza: Buena cara, buen talle, ojos bonitos, Rosa la tez, marfil la dentadura, La cabellera obscura. Veintiocho años de edad y no cabales, Cabalitos de renta cien mil reales; Doncella, en fin, para acabar el cuento. Doncella de virtud y entendimiento. Cualidades tan bue^ias Traíanle obsequiosos á docenas; Y echósele de ver algún cariño A un señor coronel, que no era niño, Viejo tampoco, pero Gran persona también, gran caballero. Pepito Pítez, pollo De unos veinte años y ningún meollo.
. Fabulas. LA DISCRETA ENAMORADA. Era Doña Felipa Zaragoza. Lo que entonces llamaban los peritos Una arrogante moza: Buena cara, buen talle, ojos bonitos, Rosa la tez, marfil la dentadura, La cabellera obscura. Veintiocho años de edad y no cabales, Cabalitos de renta cien mil reales; Doncella, en fin, para acabar el cuento. Doncella de virtud y entendimiento. Cualidades tan bue^ias Traíanle obsequiosos á docenas; Y echósele de ver algún cariño A un señor coronel, que no era niño, Viejo tampoco, pero Gran persona también, gran caballero. Pepito Pítez, pollo De unos veinte años y ningún meollo. 458 OBRAS DE HARTZENBUSCH Decíale una vez á nuestra dama:—Vuelva usted, Felipita, por su fama:Se dice, se asegura, Que se nos va á llevar tanta hermosuraQuien, según documentos que hay escritos,No tiene menos de cuarenta añitos.—Cuestión (dijo Felipa) se presenta,Que á usted, Pepito, resolver le burro de veinte años, ¿no es más viejoQue un hombre de cuarenta?.
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