Cronica de Enrique IV . á las fronteras de Vizcayaejército numeroso, y D. Fernando por su parteno se descuidó en mandar á Fuenterrabía fuertecontingente de escogidos caballeros. Inmediatamente después se recibió la embajadapacífica del rey D. Fernando deNápoles, la que,no sólo ajustó el casamiento de su Rey con lailustre Juana, hermana del rey D. Fernandode Castilla, sino que pidió la mano de su únicahija y primogénita Isabel para el primogé-nito del monarca napolitano, D. Alfonso, du-que de Calabria y príncipe de Capua, prome-tiendo además en nombre del rey de Nápolesfuertes sumas par
Cronica de Enrique IV . á las fronteras de Vizcayaejército numeroso, y D. Fernando por su parteno se descuidó en mandar á Fuenterrabía fuertecontingente de escogidos caballeros. Inmediatamente después se recibió la embajadapacífica del rey D. Fernando deNápoles, la que,no sólo ajustó el casamiento de su Rey con lailustre Juana, hermana del rey D. Fernandode Castilla, sino que pidió la mano de su únicahija y primogénita Isabel para el primogé-nito del monarca napolitano, D. Alfonso, du-que de Calabria y príncipe de Capua, prome-tiendo además en nombre del rey de Nápolesfuertes sumas para el pago anual de las tropasmientras durase el azote de las guerras hasta lo-grar la apetecida tranquilidad. Otra cantidad nodespreciable envió su Rey al de Castilla, envueltoá la sazón en empeñadas guerras. Con el enemigoportugués que ejercía sus depredaciones en el in-terior de Castilla, la puerta abierta de Gascuñaera un peligro y la extrema necesidad exigía al-gún auxilio eficaz. CXXXIV 6. Hermandades que la necesidad obligó á formar enlas provincias. — Censuras dictadas contra elArzobispo de Toledo. — Triunfo del francésBer nal.—Ignominia del Almirante. ntre los varios recursos propuestos paralas necesidades de la guerra, pareció álos leales el más eficaz para el sosteni-miento del ejército, restablecer, á expensas delcomún de los pueblos, la Hermandad que en losdías del rey D. Alfonso fué tan útil para el ex-terminio de los ladrones. Lo mismo había yoaconsejado en Zaragoza al rey D. Fernando á laprimera noticia de la muerte de D. Enrique, porserme conocido el propósito de los portugueses,la maldad de los Grandes y la pobreza del jovenPríncipe, que había de resistir á enemigos degran poder y riquezas. Su padre, en extrema ve-jez y exhausto de recursos, se veía acosado porios franceses; los enemigos asediaban por todaspartes el nuevo trono de Castilla y León, y mu-chos de los Grandes, ó les favorecían abierta-mente ó,
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