América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . tos pobres animales se plantan,con la seriedad de un bonzo de guardia, junto á la lumbre en que hierve la olla, calculandocon admirable intuición el sitio en que deben colocarse en observación, según la longitud pro-bable de la pierna de su amo ó del palo de su ama. Mas ¡ay! estas precauciones no siemprelos libran de los cubos de agua sucia que los inundan de improviso, ni de las piedras ótroncos que, adobando su piel, los despiertan con harta brusquedad de sus platónicas contem-placiones. Los nat


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . tos pobres animales se plantan,con la seriedad de un bonzo de guardia, junto á la lumbre en que hierve la olla, calculandocon admirable intuición el sitio en que deben colocarse en observación, según la longitud pro-bable de la pierna de su amo ó del palo de su ama. Mas ¡ay! estas precauciones no siemprelos libran de los cubos de agua sucia que los inundan de improviso, ni de las piedras ótroncos que, adobando su piel, los despiertan con harta brusquedad de sus platónicas contem-placiones. Los naturalistas dicen que el perro tiene siempre enroscada la cola hacia arriba y á DE (¿UITO Á ARCHIDONA 33 la izquierda; pero la moral de los perros de las Cordilleras no admite esta usanza caballe-resca. El perro de los indios lleva siempre la cola lastimosamente entre las piernas y pegadacontra el vientre hasta la punta. Es de un aspecto lúgubre. Durante la noche mis cargueros danzaron en vez de descansar; así fué que no pudimosemprender la marcha hasta el dia siguiente muy /í^íSHíga Indios yumbos de Archidona (De fotografía) De los vados que hubimos de cruzar después de salir de Baeza, el de Cosanga fué el másdificultoso. Habia llovido mucho, y cuando llegamos á la orilla de este rio, se hablan desbor-dado sus aguas negruzcas coronadas de blanca espuma. En la orilla opuesta descollaba lahermosa serranía de Huacamayo, última estribación de los Andes orientales, postrero umbralantes de llegar al gran llano del Este. Con todo, yo hubiera preferido un espectáculo menos gran-dioso y aguas menos furibundas. Ninguno de los indios se atrevió á penetrar en aquella terriblecorriente. Al dia siguiente, el agua estaba á dos metros de mi choza: habia bajado más de un metro. 5 34 AMERICA PINTORESCA Sin embargo, el paso de este vado no me ha dejado por cierto gratos recuerdos: el agua(i2,5) nos pareció sumamente fria: la corriente era muy rápida, y el f


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