Cronica de Enrique IV . ntervenir en lo que «fiiera ocurría,con lo que fuéles fácil á los castellanos llevarseen su retirada el botín recogido. Ignoraban lacausa que había movido al Duque á tan repen-tina retirada; mas cuando supieron que se dirigíaá Sevilla sin la menor gloria, se esforzaron poralcanzarle. El Duque, sin temor de añadir á lasdemás esta nueva indignidad, arrebató el botín álos que le habían cogido, se quedó con los despo-jos ajenos, se aprovechó de las fatigas de los sol-dados, no se cuidó de pagar su estipendio á loshombres de armas ni á los peones, y cerrando losoídos á las q


Cronica de Enrique IV . ntervenir en lo que «fiiera ocurría,con lo que fuéles fácil á los castellanos llevarseen su retirada el botín recogido. Ignoraban lacausa que había movido al Duque á tan repen-tina retirada; mas cuando supieron que se dirigíaá Sevilla sin la menor gloria, se esforzaron poralcanzarle. El Duque, sin temor de añadir á lasdemás esta nueva indignidad, arrebató el botín álos que le habían cogido, se quedó con los despo-jos ajenos, se aprovechó de las fatigas de los sol-dados, no se cuidó de pagar su estipendio á loshombres de armas ni á los peones, y cerrando losoídos á las quejas de la gente exasperada con elultraje, aguantó todos los insultos que su per-verso proceder arrancaba, con tal de no pagarsoldadas y quedarse con el botín recogido con elesfuerzo y peligro ajenos. Difícil sería dar cuenta de las infinitas quejasde la multitud. El Duque, en su avaricia y apatía,de nada hizo caso, atento sólo á entrar en Sevillacon más riquezas, aunque con menos CAPÍTULO VIII Marcha el rey D. Fernando á Burgos. — Tenta-tivas del de Portugal. — Rendición de la forta-leza de Toro. — Propósitos declarados del Ar-zobispo de Toledo.—Entrada en Arévalo. l rey D. Fernando que, como dije, habíareforzado las guarniciones de Medina delCampo, Madrigal, Tordesillas y otraspoblaciones limítrofes, más cercanas á Toro, em-pezó á ocuparse en el cerco de la fortaleza de Bur-gos, empresa á que uno y otro bando daba lamayor importancia, por ser imposible que en ladiadema del Monarca legítimo faltase el florón deaquella ciudad, cabeza de Castilla, y no dudarnadie de que de su posesión ó de su pérdida de-pendía la gloria futura ó el futuro oprobio. Por su parte el Portugués, en cuanto la con-fusa retirada del enemigo le hizo conocer sus pla-nes, aumentó la artillería asestada contra la for-taleza de Toro. La guarnición, que ya con lamarcha de D. Fernando había perdido toda espe-ranza de socorro, cayó en el


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