Revista contemporánea . tórica y de la contro-versia literaria. Su talento, al tropezar con los escollos quesin interrupción se suceden en los mares de la política, saltairritado como éstos formando olas gigantes, verdaderos mon-tes de espuma que fascinan los ojos y conmueven el corazón:en tanto que al esplayarse por inmensa llanura, por camposque como los de la literatura y los de la historia ofrecen unpunto de reposo á su espíritu, recobra éste toda su calma se-rena y majestuosa, se dilata y se extiende por todos lados;y de este continuo contraste, de esta lucha eterna entre latempestad y l
Revista contemporánea . tórica y de la contro-versia literaria. Su talento, al tropezar con los escollos quesin interrupción se suceden en los mares de la política, saltairritado como éstos formando olas gigantes, verdaderos mon-tes de espuma que fascinan los ojos y conmueven el corazón:en tanto que al esplayarse por inmensa llanura, por camposque como los de la literatura y los de la historia ofrecen unpunto de reposo á su espíritu, recobra éste toda su calma se-rena y majestuosa, se dilata y se extiende por todos lados;y de este continuo contraste, de esta lucha eterna entre latempestad y la calma, entre lo útil y lo agradable, entre laapacible existencia del sabio y la gloria turbulenta del políti-co, entre Cánovas erudito, literato y académico y Cánovasjefe de partido, hombre de Parlamento, altivo, batallador, in-cansable, nace ese espíritu superior, ese talento privilegiadoque nos seduce y nos domina á un tiempo mismo, ora porlas leyes inflexibles de la razón, ora por la fuerza propia de. ig6 REVISTA CONTEMPORÁNEA las circunstancias que imponen á los hombres comunes lanecesidad de dejarse regir por los que ostentan mayores ymás señalados méritos. No era, por otra parte, el libro de que se trata para el se-ñor Cánovas del Castillo un nuevo estudio literario. Era ade-más un grato deber de gratitud á la memoria de su parienteel ilustre D. Serafín Estébanez Calderón. Al recorrer las pá-ginas del libro, se advierte fácilmente que, sin que pierdapor ello su imparcialidad de crítico, otro sentimiento másdulce que el de la simple estimación literaria mueve al autorá emprender la obra que se propuso llevar á cabo, y buenaprueba de lo que decimos son las siguientes frases con queel Sr. Cánovas da comienzo á su trabajo: «La tarea que emprendo ahora, lejos de enojosa, es paramí agradable por todo extremo. Ninguna otra podría abrirtan ancho campo á mis recuerdos, ni despertar emocionestales en mi corazón. No es en verdad esta la p
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