La Mujer . dad. L,i necesidad es priva-ción. La privación es causadel apetito. El apetito no satisfechoconduce á la desespera-ción . La desesperación es elcombustible latente de losestravíos humanos. El lujo en la pobreza esel suicidio voluntario dela tranquilidad. Los ricos hacen gala desu riqueza ostentándolaen su lujo. Pobres hay que aparen-tan serlo por lujo de va-nidad. Diógenes lo decía. El lujo no es otra cosaque la satisfacción de unavana pompa. La vanidad es madreen qué fecundiza el odioy la envidia. Si el hombre no fuesevanidoso, dejaría de ser egoista. La humanidad es el lazo que un


La Mujer . dad. L,i necesidad es priva-ción. La privación es causadel apetito. El apetito no satisfechoconduce á la desespera-ción . La desesperación es elcombustible latente de losestravíos humanos. El lujo en la pobreza esel suicidio voluntario dela tranquilidad. Los ricos hacen gala desu riqueza ostentándolaen su lujo. Pobres hay que aparen-tan serlo por lujo de va-nidad. Diógenes lo decía. El lujo no es otra cosaque la satisfacción de unavana pompa. La vanidad es madreen qué fecundiza el odioy la envidia. Si el hombre no fuesevanidoso, dejaría de ser egoista. La humanidad es el lazo que une á los seres ra-cionales creados por Dios. Dios hizo hermanos á todos los hombres. Los hombres cortaron ese lazo teniendo por ins-trumento á la vanidad. Ricos y pobres, ignorantes y sabios, todos lleva-mos como la carga del filósofo, nuestra vanidad ácuestas. El mundo es una urna orbicular donde los hom-bres vienen como bolillas de lotería. Una mano invisible da vueltas al gran vehí Nos mueve, nos confunde, nos chrica y en el tor-bellino vertiginoso, aprieta un tornillo y se presentauna bolilla: he ahí un que de la vulgari-dad. Todos pugnamos por seguir tras él; pero la ma-no invisible iiicgrt con nosotros como con las aristas los vientos juguetones. — Cuándo?—pregunta-mos ansiosos. Y alguien nos dice:—Paciencia!Pero llega el momento y alguien que nos empujanos dice:—Adelante!Nó esperamos: — ¡ade-lante!-y alt opellamos, derrumbamos pulverizamos! Y al ñn de la jorna-da, ;qué nos resta? Él corazón hecho gi-rones, el alma deseandoromper la cárcel que laencierra; sin una sonrisaen los labios; sin una lá-grima en los ojos! El oro es él empieza la pri-mera necesidad del hom-bre. Es el punto manantial tínicoque aplaca la sed de laambición. Estrella fascinadora,que á veces guía y queá veces mata! Sabios^ ignorantes,pródigos, avaros, re-suelven que sin oro nohay felicidad posible,p rque ellos nacen,


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