. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPÍTULO XXIX Malas nuevas. oNjuRADO el conflicto con la debilidad delrey y la discreción de la princesa, calmá-ronse los ánimos y la multitud fué reti-rándose tranquila, aunque un tanto re-celosa. Como sabían hasta dónde podían fiar en la pala-bra y consecuencia de un hombre cual D. Enrique, deja-ron quien vigilara, por si á D.^ Isabel intentaran llevarseprisionera, á pesar de lo prometido. Apenas el pueblo se hubo retirado, Isabel dijo á suhermano: —A vuestra voluntad me someto como mi señor y re


. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPÍTULO XXIX Malas nuevas. oNjuRADO el conflicto con la debilidad delrey y la discreción de la princesa, calmá-ronse los ánimos y la multitud fué reti-rándose tranquila, aunque un tanto re-celosa. Como sabían hasta dónde podían fiar en la pala-bra y consecuencia de un hombre cual D. Enrique, deja-ron quien vigilara, por si á D.^ Isabel intentaran llevarseprisionera, á pesar de lo prometido. Apenas el pueblo se hubo retirado, Isabel dijo á suhermano: —A vuestra voluntad me someto como mi señor y reyque sois; disponed de mí según á vuestra voluntad plazca,en todo menos en lo que con mi matrimonio se D. Enrique, avergonzado por tanta nobleza, res-pondióle: —Asunto es ese que trataremos detenidamente en oca-sión más oportuna; mientras tanto, en libertad queda,puesto que mi real palabra tienes de revocar la orden quedi en contra tuya. ISABEL LA CATÓLICA 215 La princesa se inclinó con muestras de humilde aca-tamiento. —Hemos perdido esta jornada,—pensó Pacheco, do-minando á d


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