Cronica de Enrique IV . como exigía el estado de la guerra; pero á ningúnhombre le era factible vencer á un tiempo á lafortuna y las fuerzas de la razón. Así que cuan-tos conociesen á uno y á otro, antes verían la acu-sación lanzada contra él en el pensamiento delque la formulaba que en la injusticia del querespondía. Por su parte se creía perfectamentejustificado; desistía de acusar á quien merecía lacensura; de todo lo demás debía dejarse por juezal tiempo. Ya antes Pedro de Estúñiga, primogénito delde Plasencia, por instigación de éste y de la ma-drastra Leonor Pimentel, había preparado


Cronica de Enrique IV . como exigía el estado de la guerra; pero á ningúnhombre le era factible vencer á un tiempo á lafortuna y las fuerzas de la razón. Así que cuan-tos conociesen á uno y á otro, antes verían la acu-sación lanzada contra él en el pensamiento delque la formulaba que en la injusticia del querespondía. Por su parte se creía perfectamentejustificado; desistía de acusar á quien merecía lacensura; de todo lo demás debía dejarse por juezal tiempo. Ya antes Pedro de Estúñiga, primogénito delde Plasencia, por instigación de éste y de la ma-drastra Leonor Pimentel, había preparado di-ligentemente el terreno para la reconciliación conlos reyes, primero con D. Fernando y despuéscon Isabel. Anhelando por muchas razonesesta reconciliación, complacíale ver cómo por ca-sos de fortuna, el padre, siempre obediente á lamujer, y ésta con todo su imperio, se veían obli-gados á volver al buen camino, borrando su des-honra con el arrepentimiento de la ¡conducta CAPITULO IX Expediciones de los andaluces y de D. Alfonso deCárdenas contra los portugueses.—Numerosafalange de moros ataca furiosamente la pla\a deCeuta. esú, sin embargo, al rey de Portugal laresolución del Conde de Plasencia, ycuando, cumpliendo lo que había insi-nuado en sus cartas, levantó pendones á la usanzaespañola por D. Fernando, le fué difícil á D. Al-fonso ocultar en el semblante su profundo pesar,y lanzó contra el Conde muchas hombres honrados le notaban de poco franco,y sobre todo parecíales indigno que no hiciese enlas cartas mención alguna de su arrepentimien-to, puesto que éste debía ser el principal móvil desu conducta, ya que forzosamente había hechotraición al uno ó al otro partido. Como quiera quesea, para la causa de D. Fernando fué bastante fa-vorable la pública mudanza del de Plasencia y lastentativas de sus aliados para volver á la graciade los Reyes. Los andaluces y los Señores confi-nantes con


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