La Mujer . VII No había tiempo que perder, el blancoera espléndido; puse una rodilla en tierra,apunté y, una tras otra, 1as dos balas demi escopeta fueron á incrustarse en el pe- cho de la ñera que dio un salto hacia atrásy quedó inerte. El indiecito se había savado y yo habíaconseguido la más asombrosa de mis victo-rias cinegéticas. RAFA El. BARREDA. DOS LÁGRIMAS. Por dos rostros de mujerEnlazados con un beso,Van caminando dos. lágrimasEn misterioso , se retratanMutuamente en sus espejos, Y este diálogo sencilloEntre ambas, comienza luego:—Como te llamas?-- Miseria, Y tu


La Mujer . VII No había tiempo que perder, el blancoera espléndido; puse una rodilla en tierra,apunté y, una tras otra, 1as dos balas demi escopeta fueron á incrustarse en el pe- cho de la ñera que dio un salto hacia atrásy quedó inerte. El indiecito se había savado y yo habíaconseguido la más asombrosa de mis victo-rias cinegéticas. RAFA El. BARREDA. DOS LÁGRIMAS. Por dos rostros de mujerEnlazados con un beso,Van caminando dos. lágrimasEn misterioso , se retratanMutuamente en sus espejos, Y este diálogo sencilloEntre ambas, comienza luego:—Como te llamas?-- Miseria, Y tu?—Me llamo Consuelo. Y al reconocerse en unaSola se confunden riendo. -Nuestro camino es el mismo,—;A dónde vamcs?—Al cielo!


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