América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . egún me han dicho, está llena de grabados hechos por los antiguos habitantes del Maroni. Il6 AMÉRICA PINTORESCA Hago este viaje con dos médicos de la marina francesa y el comerciante M. Tollinche, quevive en el Maroni hace muchos años, y se presta á servirnos de guía para dar con una rocaque muchos oficiales han querido ver sin poder encontrarla. Emprendemos la marcha á las tres de la tarde, y llegamos á las siete á la isla Portal, ha-bitada hace veinte años por los cuatro hermanos Bard. Después d


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . egún me han dicho, está llena de grabados hechos por los antiguos habitantes del Maroni. Il6 AMÉRICA PINTORESCA Hago este viaje con dos médicos de la marina francesa y el comerciante M. Tollinche, quevive en el Maroni hace muchos años, y se presta á servirnos de guía para dar con una rocaque muchos oficiales han querido ver sin poder encontrarla. Emprendemos la marcha á las tres de la tarde, y llegamos á las siete á la isla Portal, ha-bitada hace veinte años por los cuatro hermanos Bard. Después de tomar un abundante refri-gerio, continuamos hablando y fumando hasta las once de la noche para aguardar la mareabaja. La conversación del mayor de los hermanos Bard es muy interesante, pues aparte dela agricultura, se entretiene en hacer colecciones científicas que se apresurad enseñarnos. Nospresenta una hermosa colección de mariposas y algunos otros insectos curiosos, entre los cua-les debo hacer mención del fulgor porta-linterna, hallado por primera vez en el Oyapock por. Urna funeraria y cazuela del Oyapock una intrépida holandesa, la señorita de Mérian, que ha pagado con la vida su amor á la cien-cia. Según asegura esta viajera, aquel insecto despide la claridad suficiente para poder dibu-jar. Algunos viajeros han puesto en duda esta circunstancia en estos últimos años, y ni loshermanos Bard ni yo hemos tenido ocasión de comprobar el aserto de la señorita de Méás, Apatú, interrogado acerca de las propiedades luminosas del fulgor laieniana, quereconoció luego en el Museo de Paris, dice que ni él ni las gentes de su tribu le han vistodespedir jamás la menor claridad. Nos ponemos en marcha á las once de la noche. La luna está en su plenilunio, el cieloenteramente despejado, uno de mis compañeros entona una canción, y bogamos plácidamentepor las serenas aguas de este hermoso rio. A media noche divisamos á la altura de la isla P


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