Historia de la Villa y Corte de Madrid . as; fiestas.âMinistros de Carlos III; Es-iiuilache y sus reformas; nuevas construcciones.âMuerte de la Reina Madre.âEntrada del embajador de Mar-ruecos.âBando de capas y sombreros: motin del 23 de Marzo de I7GG; circunstancias que le acompañaron.âElConde de Aranda; resfablécese el sosiego público: proyecto de traslación de la Corte.âDivisión de Madrid en ochocuarteles.âOtros sucesos de la Corte.âPragmática para el extrañamiento de los jesuÃ-tas; su de los do-minios españoles; pormenores sobre este asunto.âAumento de capellanÃ-as en la


Historia de la Villa y Corte de Madrid . as; fiestas.âMinistros de Carlos III; Es-iiuilache y sus reformas; nuevas construcciones.âMuerte de la Reina Madre.âEntrada del embajador de Mar-ruecos.âBando de capas y sombreros: motin del 23 de Marzo de I7GG; circunstancias que le acompañaron.âElConde de Aranda; resfablécese el sosiego público: proyecto de traslación de la Corte.âDivisión de Madrid en ochocuarteles.âOtros sucesos de la Corte.âPragmática para el extrañamiento de los jesuÃ-tas; su de los do-minios españoles; pormenores sobre este asunto.âAumento de capellanÃ-as en la capilla de San Isidro^âNuevoembajador de Venecia.âMuerte y nacimiento de infantes.âInstitución de la Orden de Carlos III.âEntrada delNuncio de Su Santidad.âEl Monitorio contra Parma.âClemente XIII.âSolicÃ-tase la abolición de los jesuitas.âElevación del cardenal Ganganelli al pontificado.âProlijas negociaciones con la corte de Roma.âExtinción de laCompañÃ-a de Jesús.âMuerte de Clemente ucho celebraban á Madrid por su granpoblación, su dulce clima, su ameni-dad y la suntuosa grandeza de susedificios los escritores del siglo Madrid al Cielo, era adagio vul-gar en aquella época; y si la frase noadolecÃ-a de la hipérbole que caracte-rizaba hasta el lenguaje llano, has-ta el diálogo familiar de los vasallos de Felipe IV y Carlos II, preciso es confesarque escaso atractivo debÃ-an ofrecer las demás poblaciones de la PenÃ-nsula, y que cuan- 214 HISTORIA DE MAPRID. to se dice de las hermosas ciudades de Italia y la magnificencia de otras cortes, in-clusa la de Luis XIV, no pasa de una ficción poética. Respecto de su población, he-mos ya aducido algunos datos: para conocer hasta qué punto son ó no exactaslas mencionadas alabanzas, recurriremos al testimonio de cronistas menos apasio-nados. No habia en verdad desmerecido la patria de Lope de Vega y de Calderón de laimportancia


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