La Mujer . esenta en el primer acto. --Caballeros y niñas,—á\ce con voz su-plicante á los que se encuentran á su alre-dedor,-este pobre peregrino no vieneaquí á causaros hilaridad, sino á recojerla limosna de las almas caritativas parapoder seguir su viaje. A ver si se pronun-cia la más hermosa de las mujeres quedebe ser la más Y sacándose el sombrerote y dejandover una peluca de largas crines, extendióla mano hacia las que estaban en los pal-cos, suplicando con plañideros ecos: —Una limosna para el pobre peregrino! Una mascarita, que se consideró indu-dablemente la más bella, al


La Mujer . esenta en el primer acto. --Caballeros y niñas,—á\ce con voz su-plicante á los que se encuentran á su alre-dedor,-este pobre peregrino no vieneaquí á causaros hilaridad, sino á recojerla limosna de las almas caritativas parapoder seguir su viaje. A ver si se pronun-cia la más hermosa de las mujeres quedebe ser la más Y sacándose el sombrerote y dejandover una peluca de largas crines, extendióla mano hacia las que estaban en los pal-cos, suplicando con plañideros ecos: —Una limosna para el pobre peregrino! Una mascarita, que se consideró indu-dablemente la más bella, al par que la más-caritativa, fue la primera en meter la ma-no en el bolsillo de su acompañante y sa-carle de él un billete de banco que depo-sitó en el sombrero del peregrino. El ejemplo cundió y otras y otros, entrela algazara de todos la imitaron y í?in dartoda la vuelta á la herradura el sombre-ro del peregrino se hallaba repleto de bi-lletes, los que, antes de que á alguno se le. ALBUM-REVISTA «LA MUJER» antojara la gracia de examinarlos desa-parecieron en las anchas mangas de aquel. Los dos misteriosos habitantes de laluna desaparecieron del patio como porarte de encantamiento. Pocos momentos después se les veíaentrar en el saón principal de la Rotti-serie. con la túnica remangada el másgordo, el sombrerote, la barba y la clinu-á? peluca cogada del cayado gritandocon sus pulmones de fierro: —GarQon, una cena á lo príncipe de Gales, con firuletes de Champagne rougefrapé. ¡Allons!... Pronto acudieron otros habitantes de laluna que por allí — ¿Convidas, ché Benavente? - le pregun -taron al monstruo abdominal. — Caballeros -replicó éste con rumbosaactitud,-el que quiera llenarse que ñe. Opera paga. Ya sabéis nuestrolema: Une per tutti. Y los demás contestaron: — Tutti per une. rafael barrada. ESCURSIONES POLÍTICO - VERANIEGAS


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