La Mujer . comocuando se desposó por la pri-mera con la qi;e hoy vuelve áhacer vida marital en segun-das nupcias. Y que me refie-ro en sentido figurado á lasdos presidencias, eso al masnegado se le ocurre. No digo yo que por lo quetoca á la moral y especial-mente á lo (pie so refiere áprácticas religiosas no hayacambiado S. K, porque si lodijera vendrían á desmentirmeMonseñor Matteras y el inter-nuncio de hoy; las crónicasde entonces, en las que hastaherege llegó á llamársele y lasde hoy en las «pie no hay inau-guración de templo ó fiesta re-ligiosa sin aparezca sunombre émporas m


La Mujer . comocuando se desposó por la pri-mera con la qi;e hoy vuelve áhacer vida marital en segun-das nupcias. Y que me refie-ro en sentido figurado á lasdos presidencias, eso al masnegado se le ocurre. No digo yo que por lo quetoca á la moral y especial-mente á lo (pie so refiere áprácticas religiosas no hayacambiado S. K, porque si lodijera vendrían á desmentirmeMonseñor Matteras y el inter-nuncio de hoy; las crónicasde entonces, en las que hastaherege llegó á llamársele y lasde hoy en las «pie no hay inau-guración de templo ó fiesta re-ligiosa sin aparezca sunombre émporas mu tan tur!Es que para eso viene laesi)eriencia de veinte años devida élite y si hasta el mismoIhn-ha Roja se convirtió, ¿quede estraño tiene que en la se-(junda el general se encuentreconvertido en el mas convencido de los creyentes de buena fé? Y^aqui encaja como de molde la contestación que dió el doctor Velez Sarsfield á uno que lo^omó en un renuncio. ALBUM - REVISTA LA MUJER. —Usted pensaba, doctor, ayerde distinta manera que piensahoy. Á lo que contestó el sabiocordobés: —Eso prueba que hoy sémás que ayer. Y que el General sabe hoymas que ayer, no cabe la me-nor duda. Cuando el general Sarmien-to,—de simbólica memoria,—andaba dado á su genio porlas continuas revueltas que entierra adentro le hacia el cau- / * , i dillage, dirigió á su hombre ^de confianza, que lo era el ge-neral Arredondo,—un duquede Alba relativo y moderno, — encargado depacificar aquellos Países Bajos,—le dirigió, digo,entre otras muchas órdenes, curiosas y termi-nantes, la siguiente: «Vigile y no se clescuidecon el comandantecito porque ese nos va á darmucho que hacer. El comandantecito era elhoy dos veces Presidentede la República á quienSarmiento le echó el ojodesde entonces. Y fué desde entoncesque el comandantecitco-mo le llamaba Sarmientoy á quien Arredondo nosupo vigilar, empezó á darque hacer, hasta obtener laprimera que dejó semilla


Size: 1299px × 1924px
Photo credit: © The Reading Room / Alamy / Afripics
License: Licensed
Model Released: No

Keywords: ., bookcentury1800, bookdecade1890, booksubjectwomen, bookyear1899