América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . s activas. Sin embargo, este país merecerla que se leaprovechase; las márgenes del Ñapo, ora llanas, ora ligeramente onduladas, se prestarían álosmás fructuosos cultivos: una verdadera orgía de vegetación llena estas inmensidades. A veces,cuando el rio se divide en muchos brazos, y se ve cómo se reflejan en el tranquilo espejo desus aguas los enormes grupos de arboleda, no hay nada que pueda expresar la grandeza y lasosegada calma del paisaje. El lecho del Hatun-yacu tiene, más abajo de los raudal


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . s activas. Sin embargo, este país merecerla que se leaprovechase; las márgenes del Ñapo, ora llanas, ora ligeramente onduladas, se prestarían álosmás fructuosos cultivos: una verdadera orgía de vegetación llena estas inmensidades. A veces,cuando el rio se divide en muchos brazos, y se ve cómo se reflejan en el tranquilo espejo desus aguas los enormes grupos de arboleda, no hay nada que pueda expresar la grandeza y lasosegada calma del paisaje. El lecho del Hatun-yacu tiene, más abajo de los raudales, hasta trescientos metros deanchura. Esta cifra, como todos los datos relativos á la longitud del camino recorrido en lasselvas, no está basada en modo alguno en valuaciones Me he esforzado endeterminar mi itinerario todo lo exactamente posible. En estos últimos tiempos, ciertos hom-bres originales han inventado una porción de instrumentos que inscriben de un modo mecánicoautomático el camino andado por tierra ó por agua. Sin embargo, he podido convencerme de. 48 AMÉRICA PINTORESCA que si estos aparatos ahorran mucho trabajo al explorador, en cambio disminuyen las probabi-lidades de exactitud de los trazados. Los viajeros han empleado muchas veces para medir las distancias recorridas á pié ó ácaballo podómetros de varios sistemas; pero mi primera misión al Perú y Bolivia me enseñóá desconfiar de los resultados obtenidos con estos instrumentos, por lo cual adopté la determi-nación de no valerme de ellos durante mi viaje al Ñapo, sino de medir mi camino por todo, en los accidentados terrenos que tenia que recorrer, el modo habitual de tender lacadenilla en el suelo me hubiera dado indicaciones inexactas: para evitarlo mandé construirestaquillas graduadas de madera, de un metro de altura, con un regatón puntiagudo de acero y un triángulo con plomada en su parte superior. Durante la marchahe hecho tender la cadenilla á


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