España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . se si vino de Italia óFrancia, ó si traído á España en tiempo de los godos, fué salvado como tantasotras reliquias en las montañas de Jaca, y regalado luego por Sancho Ramírez ála iglesia de San Pedro de Loarre. La tradición y las lecciones de los breviariosmás antiguos afirman que el mártir de Loarre no es otro que el santo procónsul. (i) La única noticia histórica que tenemos de este castillo, cuya construcciónno presenta grande antigüedad, es el sitio que sufrió en 1470 durante los bandosde su señor D. Juan de Gurrea con D. Lope de
España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . se si vino de Italia óFrancia, ó si traído á España en tiempo de los godos, fué salvado como tantasotras reliquias en las montañas de Jaca, y regalado luego por Sancho Ramírez ála iglesia de San Pedro de Loarre. La tradición y las lecciones de los breviariosmás antiguos afirman que el mártir de Loarre no es otro que el santo procónsul. (i) La única noticia histórica que tenemos de este castillo, cuya construcciónno presenta grande antigüedad, es el sitio que sufrió en 1470 durante los bandosde su señor D. Juan de Gurrea con D. Lope de Gurrea y los Urríes. Los francesesarruinaron últimamente parte de su interior, no dejando sino un patio con colum-nas y una cisterna. ARAGÓN 355 por encanto, le ofreció de repente un castillo más embelesadorque los fabricados por obra de los genios. La naturaleza desafiaba los siglos desde lo alto de su inmó-vil pedestal; los puntiagudos peñascos eran la diadema de sucalva frente y las almenas de su no domada independencia. Vino. AYERBE.—Casa de los Marqueses de Ayerbe el arte, y le dijo: «yo te adornaré y te fortaleceré;» y se incrus-tó, digámoslo así, en la roca, y creció cual yedra asido á ella, yla domesticó como á fiero corcel encaramándosele encima; y delas peñas, unas terraplenó, otras encerró en la oscuridad, otrashizo servir de humilde estribo á su obra; y al pedernal contra-puso no menos fuertes sillares, á las rústicas hendiduras elegan-tes ventanas, á los angulares picos almenados torreones. Cómo y en qué tiempos principió esta lucha, lo ignoramos:acaso el celta plantó allí sus ciclópeas atalayas y sus rudosmausoleos, ó el romano su castillo para defensa de la CalagurrisIlergete; acaso el árabe heredó del godo la torre donde, según 35^ A R A G ó N una tradición de todo punto inverosímil, castio^ó la perfidia quele había valido un imperio, y entreg-ó al conde D. Julián á losremordimientos y á la deses
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