Serafín el pinturero : o, contra el querer no hay razones . é idea del broncazo. Le tuve que acompañar dos noches áencender los faroles pa que no me le pegasen. PRIMITIVO.—¿Y por qué no le mete usté en un correccional? DOROTEA.—Pero, ¿usté cree que habrá correccionales pa padres? PRIMITIVO.—Yo me enteraré, pero debía de haberlo*. Y, ú: el dia que usté se canse de sufrir me manda usté un recao. DOROTEA.—¿Pa qué? PRIMITIVO.—Pa poner á la disposición de usté too lo que poseo. DOROTEA.—Pero, ¿usté qué es? PRIAIITIVO.—Pajarero; por hoy no digo más. (Mutis á su casa.) DOROTEA.—Es simp


Serafín el pinturero : o, contra el querer no hay razones . é idea del broncazo. Le tuve que acompañar dos noches áencender los faroles pa que no me le pegasen. PRIMITIVO.—¿Y por qué no le mete usté en un correccional? DOROTEA.—Pero, ¿usté cree que habrá correccionales pa padres? PRIMITIVO.—Yo me enteraré, pero debía de haberlo*. Y, ú: el dia que usté se canse de sufrir me manda usté un recao. DOROTEA.—¿Pa qué? PRIMITIVO.—Pa poner á la disposición de usté too lo que poseo. DOROTEA.—Pero, ¿usté qué es? PRIAIITIVO.—Pajarero; por hoy no digo más. (Mutis á su casa.) DOROTEA.—Es simpático este chico. Pero es tan flaco! Porque, ¿quéhago yo con un cuarto kilo bacalao pa too la vida? (Entra en su cásá.) ESCENA XVIJESUSA y el SEÑOR LUCIO-Sale Jesusa con un cántaro y lo coloca en la fuente. Detrás aparece el señor Lucio, que que-da parado á pocos pasos de la puerta. LUCIO.—Mira, Jesusa; he salido detrás de ti, porque mientras llena?el cántaro quiero yo mayormente que hablemos á SEíiAFIN EL PINTURERO JESUSA.—(Acercándose.) Usté dirá, señor Lucio. LUCIO.—Que tú me gustas, lo sabes ya de tiempo atrás. Yo me veníacallando, porque veía mayormente que el corazón no te tiraba pa mí, laverdad; pero marregosté a lo que marregosté, porque veíaque no tenías güen pago, y hoy me dicen tus padres que accedes a casarteconmigo y tú no lo niegas. ¿Quiés de decirme qué mudanza hasío ésta? JESUSA.—¡Qué sé yo! Que las mujeres vemos las cosas y cambiamos. Amás de que yo siempre le he apreciao a usté, señor Lucio. LUCIO.—Güeno, Jesusa; pero pa lo de hoy no basta el aprecio; son tratosmu serios. Yo quió casarme contigo y hay que poner las cosas a su verdá, queyo vengo con un sentir honrao y pamplinas ni ridículos no quiero. JESUSA.—Ni una servidora. LUCIO.—Y máxime—y fíjate en esto—que me se hiciese a mí de menoscon un chulito de estos de Madrid; que es


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