. Cuentos hispanoamericanos. ariño,ya te escucho. — ¿Te has fijado en mis conversaciones con Paulina? lepreguntó. 15 Su semblante se puso lívido y toda la sangre pareció agolparsea sus ojos. — ¿ Por qué me haces esa pregunta ? me dijo con voz apagada. — Porque quiero decirte que la amo. — ¿Y piensas que tú solo tienes derecho de amarla? ex-20 clamó levantándose. — A lo menos, le contesté picado del tono de su exclamación,creo que tengo más derecho que tú. Sus manos se crisparon de cólera y sus ojos, circundados desangre, brillaron con un fulgor sombrío y — Sí, tienes más .derecho
. Cuentos hispanoamericanos. ariño,ya te escucho. — ¿Te has fijado en mis conversaciones con Paulina? lepreguntó. 15 Su semblante se puso lívido y toda la sangre pareció agolparsea sus ojos. — ¿ Por qué me haces esa pregunta ? me dijo con voz apagada. — Porque quiero decirte que la amo. — ¿Y piensas que tú solo tienes derecho de amarla? ex-20 clamó levantándose. — A lo menos, le contesté picado del tono de su exclamación,creo que tengo más derecho que tú. Sus manos se crisparon de cólera y sus ojos, circundados desangre, brillaron con un fulgor sombrío y — Sí, tienes más .derecho que yo, me dijo principiando apasearse, también siempre has tenido derecho de ser feliz acosta mía. En -verdad, no sé por qué nacimos hermanos, cuandola suerte nos destinaba para enemigos. Tú amas a Paulina, medices; pues bien, yo seré tan franco como tú: yo también la30 amo y he resuelto que sea mía ¿ entiendes ? lo he diciendo esto me dejó solo, sin esperar mi Un Drama en el Campo 71 VI Al día siguiente de esta conversación nos hallamos, como decostumbre, en casa de Paulina. En todo el día Antonio y yono nos habíamos visto. Cada vez que conversaba con ella yalzaba por casualidad la vista, encontraba la mirada de mihermano fijada sobre nosotros, brillando con ese fulgor sombríosque me mostró al querer yo hacerle la confidencia de mi amor. Varias semanas pasaron de este modo. Paulina había notadotambién la extraña expresión de Antonio, que casi nunca ladirigía la palabra: esa expresión, me decía a veces, la causabaun indecible terror. 10 Por otra parte, en nuestro amor, tras los juramentos vinieronlos proyectos: entre éstos, se deslizó la palabra matrimonio,que nunca me había atrevido a pronunciar, y que Paulinaacogió con un placer franco y sincero que me probó la realidadde su amor. Venciendo la timidez que me inspiraba mi pobreza 15y la gran fortuna del padre de Paulina, me dirigí resueltament
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