La Mujer . ués, allá cuando elentrevero de D. Ber-nardo con los hombresdéla situación. Es de-cir, fué entonces quesurgió como astro deprimera magnitud alparecer, que antes for-maba entre los parti-recomen dablesEra uno de tantos ciu-dadanos de muy loa-Gerónimo Paturof?) en busca de accionis-tas para la realización de un gran principio se le creyó un pretesto y nose crevó en ello hasta que se hizo carne, ySarmiento, digo Demarchi, recibió telegrá-ficamente la noticia de su nombramiento. Hubo espectativa. ¿Aceptará? ¿Xo acep-tará? Ya lo creo que aceptó y se vino másque de prisa, corri


La Mujer . ués, allá cuando elentrevero de D. Ber-nardo con los hombresdéla situación. Es de-cir, fué entonces quesurgió como astro deprimera magnitud alparecer, que antes for-maba entre los parti-recomen dablesEra uno de tantos ciu-dadanos de muy loa-Gerónimo Paturof?) en busca de accionis-tas para la realización de un gran principio se le creyó un pretesto y nose crevó en ello hasta que se hizo carne, ySarmiento, digo Demarchi, recibió telegrá-ficamente la noticia de su nombramiento. Hubo espectativa. ¿Aceptará? ¿Xo acep-tará? Ya lo creo que aceptó y se vino másque de prisa, corriendo y aun dejando elnegocio á medio hacer. La espectativa, cre-ció y creció hasta que el político dió todolo que podía dar el comercimite honrado -\LBUM - REVISTA «LA MUJER* que se mete á organista. Tuvo un momen-to lúcido, de esos que no se presentan másque una vez, y si hubiese sabido afrontarla situación como corresponda, es seguroque á esta fecha nuestro hombre se Marina del Plata A LA MINUTA Es inútil: el buen Dios no quiere queperdamos del todo nuestras tradicionales•costumbres 3^ por ende no hay Carnavalsin lluvia. Contra el capricho ó la real ga-na de las nubes, no hay edicto policial niordenanza municipal que valga y mientraslos inicifús y sapirones de la casa del pocotrigo, como le llamaban no recuerdo por•qué ála del gallo policial, que esto si lorecuerdo, — vigilaban con ojos de Argosque nadie violara las disposiciones del doc-tor Beazley prohibiendo terminantementeque se jugara con agua aunque fuera en loque cabe en un dedal, las señoras nubes,— ¡ habian de ser del género femenino ! —abriendo cien bocas impulsadas por lasburla dijeron desde sus alturas: —Agua va! Y se manifestaron en una lluvia torren-cial en los pueblos vecinos y un poco en lacapital haciéndose esta reflección sensata: —Bueno es que á esas pobres geates seles limpie siquiera las calles por dondevan á atravesar sus Y fecho


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