La Mujer . señoritas argentinas y hombres de estado de repúblicas. ALBUM-REVISTA LA MUJER Aquello era digno de un cuadro. Los muchachos be-rreaban como si los estuvieran desollando. Pues ¿y la maestra?... Tiesa, rígida, con el brazo es-tirado, llevando el compás con la regla y gritando en unagudo críspate: Oid el ruido —Lo que es esta no se escapa,—dije cuando logré salir,y ya iba á carnerearla cuando reflexioné que una preceptorarecomendada \^ox personalidades merecía de un sub-inspectorlas más grandes consideraciones y aplacé mi juicio. Ya era tarde; pero resolví hacer una ins
La Mujer . señoritas argentinas y hombres de estado de repúblicas. ALBUM-REVISTA LA MUJER Aquello era digno de un cuadro. Los muchachos be-rreaban como si los estuvieran desollando. Pues ¿y la maestra?... Tiesa, rígida, con el brazo es-tirado, llevando el compás con la regla y gritando en unagudo críspate: Oid el ruido —Lo que es esta no se escapa,—dije cuando logré salir,y ya iba á carnerearla cuando reflexioné que una preceptorarecomendada \^ox personalidades merecía de un sub-inspectorlas más grandes consideraciones y aplacé mi juicio. Ya era tarde; pero resolví hacer una inspección más. Llegué á un casucho y salió á recibirme una señoraalta, hermosa; pero en cuya fisonomía había rasgos desufrimiento intenso. Me recibió rodeada de cuatro ó cincochiquilines cuyo estado de desnudé/ denotaba gran miseria. —¿La preceptora? —Yo soy, señor,—me contestó. —Venía á que me diese usted algunos datos. Soy elsub-inspector de escuelas en este distrito y desearí —¡Datos, señor!—exclamó aquella señora conmoviéndosesu voz cada vez más á manera que hablaba. —Qué datosquiere usted que le dé. Este colegio me fué entregadocasi por conmiseración y después me abandonaron com-pletamente. Los pocos niños que aquí vienen no tienendónde sentarse, no tienen libro
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