España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . peñas cual encrespadas olas próximas á tragar la sobrepuestafábrica; por otros lados parecen bullir inquietas aguardando suhora; por alguno se las ve aún comprimidas bajo el peso delsólido muro. Las hay que aisladas dentro del recinto semejanfunerales obeliscos, y de noche blancos fantasmas envueltos enrozagantes pliegues; las hay que se gozan en confundirse conlos desmoronados torreones, y en verlos ya convertidos en unamole poco menos informe que la suya. Llegó á la naturaleza suvez de triunfar de las humanas construcciones; y la ama


España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . peñas cual encrespadas olas próximas á tragar la sobrepuestafábrica; por otros lados parecen bullir inquietas aguardando suhora; por alguno se las ve aún comprimidas bajo el peso delsólido muro. Las hay que aisladas dentro del recinto semejanfunerales obeliscos, y de noche blancos fantasmas envueltos enrozagantes pliegues; las hay que se gozan en confundirse conlos desmoronados torreones, y en verlos ya convertidos en unamole poco menos informe que la suya. Llegó á la naturaleza suvez de triunfar de las humanas construcciones; y la amarillentay florida yedra con que las envuelve, se trueca en laurel propioy en ciprés para su rival. Con su paciente inmovilidad insulta elpeñasco la caducidad del edificio y se emancipa gradualmente,hasta el día en que, auxiliado por el tiempo, sacuda lejos de síla vieja cascara, y recobre su ruda desnudez, desvaneciéndosecual encantada visión el castillo de Loarre, fugitivo ay! á par delas glorias del mortal y de los encantos de la 46 CAPITULO XT Historia de Zaragoza


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