La Mujer . ianaen voz baja,â¡venir á la vida quitándoselaá la que le dió el ser! âHe aqui una criminal,âargüyó un jo-ven abogado de espejuelos y aire taci-turno,âá quien la justicia se guardarÃ-amuy bien de castigar. âPero no asÃ- la justicia divina,ârear-güyó un viejo fatalista,âque la castiga pri-vándola del imponderable cariño de lamadre. âAngel mÃ-o!âdijo Frasco besándola yhumedeciéndole el rostro con sus lágri-mas. âAngel terrible,âsiguió el viejo senten-cioso,âque hiere de muerte á la que ledió el ser. Yo volvÃ- impulsivamente la mirada ha-cia el cadáver de Eudora, pia
La Mujer . ianaen voz baja,â¡venir á la vida quitándoselaá la que le dió el ser! âHe aqui una criminal,âargüyó un jo-ven abogado de espejuelos y aire taci-turno,âá quien la justicia se guardarÃ-amuy bien de castigar. âPero no asÃ- la justicia divina,ârear-güyó un viejo fatalista,âque la castiga pri-vándola del imponderable cariño de lamadre. âAngel mÃ-o!âdijo Frasco besándola yhumedeciéndole el rostro con sus lágri-mas. âAngel terrible,âsiguió el viejo senten-cioso,âque hiere de muerte á la que ledió el ser. Yo volvÃ- impulsivamente la mirada ha-cia el cadáver de Eudora, piaiendo á suslabios una protesta. Los que rodeaban la cuna callaron. grupos indiferentes, murmu-llos de voces; hombres que marchaban de aquÃ- para allÃ-; mujeres que velaban juntoal fé Frasco sentado junto á lacuna, partiendo sus miradas indeüniblescon la niña que dormÃ-a tranquilamenteen la cuna y el cadáver de Eudora alláen la caja mortuoria. Los cirios consu-. miéndose y alumbrando con amarillosa negros cubriendo los obje-tos. .. Y asà asÃ- fueron pasando las ho-ras hasta venir el nuevo dÃ-a. Después y el vacÃ-o triste de aquel ho-gar antes tan alegre! Oh, Frasco no pudo sobrevivir á tantadesgracia! A los pocos me es llegué de nuevo á sucasa para presenciar su muerte. Estaba en el lecho y junto á él, mirán-donos y sonriéndo, aquella hermosa niña! Frasco me apretó la mano, miró á suhija y atrayéndola á sÃ- y dándola un besoen la frente: âAdiós, mi ángel terribledijo y es-piró. Rafael Barreda. PENSAMIENTOS La mujer que ostenta la belleza comomérito, descubre que carece de los demás. - La que es buena nunca es fea. âEn un rÃ-o de diamantes he visto aho-garse la honra de muchas mujeres. âEl adorno exagerado de una vieja ó dsuna fea manifiesta que á los ultrajes dela fealdad ó
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