. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. , no! —¿En qué te fundas para negarlo? —En mis propios sentimientos. ISABEL LA CATÓLICA 495 —Los sentimientos engañan muchas veces. Recuerda<que enamorado estuviste de D.* Leonor de Padilla. —¡No me la nombres! ¡La odio, la desprecio! —Pero la amaste. —Mas su ambición y su maldad me hicieron aborre-cerla. —Mira no te suceda ahora otro tanto. —No lo espero. D. Rodrigo no insistió, pues sabia que el medio mejor<le avivar una pasión, es contrariarla. Dejó, pues, al tiempo el encargo de demostrar
. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. , no! —¿En qué te fundas para negarlo? —En mis propios sentimientos. ISABEL LA CATÓLICA 495 —Los sentimientos engañan muchas veces. Recuerda<que enamorado estuviste de D.* Leonor de Padilla. —¡No me la nombres! ¡La odio, la desprecio! —Pero la amaste. —Mas su ambición y su maldad me hicieron aborre-cerla. —Mira no te suceda ahora otro tanto. —No lo espero. D. Rodrigo no insistió, pues sabia que el medio mejor<le avivar una pasión, es contrariarla. Dejó, pues, al tiempo el encargo de demostrarle si suhermano estaba enamorado de veras. ás, como si adivinase las dudas de D. Rodrigo,?dijole, con toda la firmeza de sus vehementes senti-mientos: —¡La amo y la amaré siempre y no perdonaré medioalguno para conseguir la dicha de ser correspondido!jHasta ahora yo no sabía lo que era amar de veras, contoda el alma! ^inf WTTTT TTTTTTTTT^ TTTTTT TT T^TTTTTTTTTTTTT T fTTTTTTTTTTT T T ^^y^y^y^y^^^^^^^^^^^ TT VT TT^TTT T^TTTT CAPITULO XI Prevenir el golpe. EGÚN antes digimos, también en la plaza delalcázar estaban Tarsio y Sebastián. El primero saboreaba el triunfo de suastucia, gracias á la cual alejó á su señorde Segovia, dando lugar con ello á que másfácilmente se realizase la feliz reconciliación entre el reyy la princesa, que todos celebraban. —¡Cómo se llevarán los demonios á mi señor D. Juan,—pensaba sonriendo,—cuando lo ocurrido sepa! Cosaserá de oirle y de veras siento no estar á su lado paragozarme en su cólera. Muchos eran de su opinión, pues en varios corrosoyó decir: —Extraño es que el de Viljena no haya opuesto obs-táculos á este dichoso acontecimiento, y su enojo por éles evidente, puesto que no forma parte del cortejo del ignoraban su salida de la ciudad y la causa deella; asi era que achacaban su ausencia á descontento. ISABEL LA CATÓLICA 497 El pueblo conoce siempre por instin
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