La Mujer . El gato de angola Todo en él era digno de observación para mí, ápesar de no enconirar?e en su exterioridad nada que{guardase armonía con su pai le ética (filosóficamentetiablando). Según la antropografía. mister Slovenly no, debíaser un hombre preparado ai análisis cianescópico ycualquiera inteligencia en esa materia, hiioiese teñid ,con semejante ejemplo, que modificar el sistema sobre la colocación de los órganos ó hubiera echado portierra toda su sapiencia al notar en aquel voluminosocráneo facultades desarrolladas que no se demostrabah en la vida real; pero, no hay regla sin exc
La Mujer . El gato de angola Todo en él era digno de observación para mí, ápesar de no enconirar?e en su exterioridad nada que{guardase armonía con su pai le ética (filosóficamentetiablando). Según la antropografía. mister Slovenly no, debíaser un hombre preparado ai análisis cianescópico ycualquiera inteligencia en esa materia, hiioiese teñid ,con semejante ejemplo, que modificar el sistema sobre la colocación de los órganos ó hubiera echado portierra toda su sapiencia al notar en aquel voluminosocráneo facultades desarrolladas que no se demostrabah en la vida real; pero, no hay regla sin excepcióny las ciencias humanas no se basan en excepcionessino en reglas. Su fisonomía era vulgar, fi ia, seca, por decirlo así;inconmovible á las sensaciones más fuertes, y aunquese hubiese colocado en las fosas de sus anchas nari-ces el gr/s risible, llamado por otro nombre óxido ni-troso, seguro eslov de quí no habría dado muestras. El boa cOnStrictor de ta menor contracción que señalara la compresiónó dilatación de .ilguno de los conducios de su estrañocerebro. Su estrecha y achatada trente, cor mechones de pelo rojo, no tenía ni una arruga, ni en su hundidoentrecejo se marcaban jamás. Estatura baja, formas abultadas, anchas espaldas,vientre protuberante, brazos largos y manos juanetu-das como sus diformados pies. Boca prolongada, labios abultados, gruesas y co-loradas mejillas, y en la mirada de sus ojos, de uncolor indefinible, había siempre algo vago que no de-cía naaa. Era socio de la Templanza de Inglaterra, su pa-tria adoptiva, pues en cuanto á la tierra que lo vió-nacer era una de las pocas cosas que ignoraba mi honorable maestro y amigo. Siempre le conocí con el mismo traje: un levitón^lleno de bolsillos por los que asomaban los tomos dedistintos libros, folletos y carteras de apuntes; unsombrero de felpa alas anchas, un pañuelo negro alpescuezo, dejando ver dos grandes puntas de un cue-ll
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