Revista Católica . e lo tratarancon mas humanidad, pues que en nada debian temer quese les escapase. Les persuadió esta razón y afiojaron las li-gaduras de los brazos. Después de todo esto Felipe fué lle-vado en presencia del primer mandarín, el cual mandó qnele fuese puesta delante la sentencia, para que pudiese le-erla. Felipe dijo: No hace falta; yo estoy dispuesto.á pa-decer todo lo que en ella está contenido. La sentencia erala siguiente:—Minh, predicador de una falsa religión,debe ser decapitado, y su cabeza debe ser echada á las esto de escarmiento á los demás. Oyóse al fin


Revista Católica . e lo tratarancon mas humanidad, pues que en nada debian temer quese les escapase. Les persuadió esta razón y afiojaron las li-gaduras de los brazos. Después de todo esto Felipe fué lle-vado en presencia del primer mandarín, el cual mandó qnele fuese puesta delante la sentencia, para que pudiese le-erla. Felipe dijo: No hace falta; yo estoy dispuesto.á pa-decer todo lo que en ella está contenido. La sentencia erala siguiente:—Minh, predicador de una falsa religión,debe ser decapitado, y su cabeza debe ser echada á las esto de escarmiento á los demás. Oyóse al fin el sonido de la funesta trompeta, y salió laescolta. Los soldados armados con sables iban á los dos la-dos, y el siervo de Dios caminaba en medio, ligado y lleva»do como una oveja al matadero. Tres oficiales inferiorescerraban la procesión. El pregonero que llevaba la no decia palabra, y se mostraba como avergonzadode hacer publica la causa de esta ejecución. {Se continuará). 1ÍÍ6-. IMOí^ POR EL üev. Paíltf JasíJEs «fosé Franco De la Coüipaniíi de Jesús. {Continuo cion)YIII. I^a láatíel MííisEeríiaiía, Al pié del Capitolio, en el lugar en que el Foro to-caba la calle Maniertiiia, levantábase un edificio cons-truido con sillares cuadrados, sin ventana alguna quedejase penetrar la luz, ni diese aspecto alegre á aqucdmuro espacioso y macizo, que parecía una amenazacontinua sobre los delincuentes; y su presencia en a-quel lugar parecía un aviso para que estuviesen enguardia el Foro y el Comicio. Solamente una puer-ta angosta, á la que daba más temeroso aspecto unapequeña y sólida reja, interrumpía la oscuridad de lacueva, fabricada detrrs de aquel tétrico lado izquierdo se apoyaba en las Gemonias: unsubterráneo abovedado y entrante en el fondo del Mon-te Capitüliuo formaba sus paredes y techo, y en elpavimento habia un agujero redondo á manera de bo-ca de lagar, por el cuid se bajaba al Eóbore, ó seac


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