El doncel de don Enrique, el doliente; historia caballeresca del siglo XV . ede menos de dar realce á la orden deCalatrava, y sus caballeros no opondríanobstáculo á tan acertada elección. — i Hágase la voluntad del Señor!respondió el taimado físico con solemneentonación ; é inclinando la cabeza, el re-cojimiento en que quedó pareció anun-ciar el fin de sus predicciones. — Condestable, dijo el rey despuésde una ligera pausa, mañana dispondréisque la corte se reúna. Quiero recibir á losembajadores del Tamorlan y del rey deFrancia. Abenzarsal, ayudadme á entraren mi cámara : mis fuerzas se debili


El doncel de don Enrique, el doliente; historia caballeresca del siglo XV . ede menos de dar realce á la orden deCalatrava, y sus caballeros no opondríanobstáculo á tan acertada elección. — i Hágase la voluntad del Señor!respondió el taimado físico con solemneentonación ; é inclinando la cabeza, el re-cojimiento en que quedó pareció anun-ciar el fin de sus predicciones. — Condestable, dijo el rey despuésde una ligera pausa, mañana dispondréisque la corte se reúna. Quiero recibir á losembajadores del Tamorlan y del rey deFrancia. Abenzarsal, ayudadme á entraren mi cámara : mis fuerzas se debilitan, y (í 00)después de la agitación de esta noche ne-cesito que las restaure un sueno ó el condestable á los camare-ros de su alteza , y abriéndose las puertasde la estancia en que dormía , despidiósede el el primero : el rey de alli á poco,apoyado en el brazo de su físico favorito,desapareció , volviéndose á cerrar las ho-jas de la puerta , y quedando aquella par-le del regio alcázar sumida en el masprofundo CAPÍTULO XVII. Yo OS repto los zamorano»,por traidores fementidos,repto á todos los muertos,y con ellos á los vivos ,repto hombres y mugares,los por nacer y nacidos ,repto á todos los grandes,á los grandes y á los chico»,á las carnes y pescados ,y á las aguas de los rio«.Cojic. de Rom, XjLün no había concillado el sueno el po-deroso rey de Castilla, cuando ya el im-paciente conde de Cangas y Tineo sabiapalabra por coloquio que en elanterior capítulo dejamos descrito. A lamañana siguiente creyó ya del caso lallegada de la noticia de la muerte del maes-tre de Calatrava; tomó en consecuen-cia sus disposiciones para que el envia-do, que precisamente habia llegado la vis- (102)pera, y que él había sabido entretener, sepresentase en la corte de aquel dia, y es-peró tranquilo el resultado de su salen principal del alcázar don-de tenia corte su alteza se hallaba yaocupado e


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