Doña Sancha de Navarra, novela histórica . príncipe poderoso, acostumbrado áuna gloriosa existencia de triunfos y de conquistas. En efecto, aquel hombre era el conde soberano de Cas-tilla Fernan-Gonzalez. Generalmente su semblante representaba la generosi-dad y el valor; pero en el momento en que le presentamosá nuestros lectores, una expresión más grata se retratabaen su mirada, dulcemente ñja en el puro contorno de la da-ma, que, sin sentir la presencia del conde, seguia orandoen su reclinatorio. Era aquella una intensa expresión deamor, pero de amor feliz, satisfecho, orgulloso por la per-s


Doña Sancha de Navarra, novela histórica . príncipe poderoso, acostumbrado áuna gloriosa existencia de triunfos y de conquistas. En efecto, aquel hombre era el conde soberano de Cas-tilla Fernan-Gonzalez. Generalmente su semblante representaba la generosi-dad y el valor; pero en el momento en que le presentamosá nuestros lectores, una expresión más grata se retratabaen su mirada, dulcemente ñja en el puro contorno de la da-ma, que, sin sentir la presencia del conde, seguia orandoen su reclinatorio. Era aquella una intensa expresión deamor, pero de amor feliz, satisfecho, orgulloso por la per-sona que le inspiraba. Pasó algún tiempo sin que el conde, inmóvil en el cen-tro de la cámara, diese señales de su existencia en ella; alfin dijo á media voz y como temeroso de ser oiJopor otrapersona que por la dama: —¡Sancha! ¡Mi adorada Sancha! La dama volvió el rostro asustada, y al reparar en elconde, se levantó exhalando un grito de placer: —¡Ah! ¡Fernán! ¡Fernán mió! ¡Cómo te has atrevidoá entrar aquí!. PE NAVARRA. 407 Y asiendo las manos del conde, le miró con una indefi-nible expresión de ansiedad. Doña Sancha de Navarra, que esta era la dama, poseíauna de esas dulces j melancólicas hermosuras que hacenpensar en ios ángeles; sus cabellos color de oro, su frentenacarada, sus ojos garzos, coronados por cejas negras, sin-gularidad que producía en su semblante un magnífico con-traste con el color de sus cabellos y la deslumbrante blan-cura de su tez; su boca suspirante, pura, esmaltada conese vivo y purísimo color de la flor del granado; su cuello,-sus hombros, su seno, su talle, todo era virginal, todoi;oble, todo simpático; desprendíase de ella una magiairresistible, una aureola de candor y de pureza: dulce-Diente desarrollada, su estatura era casi igual á la del con-de, y en su mirada, tan candorosa y tan brillante como lade una niña que reposa tranquila e^n su inocencia, se vis-lumbra un recóndito foco de valor, de energía


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